El sábado pasado unas 700.000 personas se manifestaron en Londres para pedir un nuevo referéndum sobre el Brexit. Sabíamos ya que buena parte de la sociedad británica estaba en contra de salir de la UE. Lo que no habían hecho hasta ahora era mostrarlo de una manera tan visible y masiva. El organizador de la marcha fue una agrupación llamada People’s Vote formada por representantes de todos los partidos, lo que da fe de que esta del Brexit es una cuestión muy transversal que ha partido al país en dos.
En este punto Theresa May se encuentra un cruce de caminos del que saldrá magullada escoja el que escoja. El miércoles tendrá que comparecer ante su grupo parlamentario para exponer su plan de desconexión. Pero no lo tiene fácil. Las voces en su contra crecen dentro del partido, que lleva meses haciendo prácticas de tiro contra ella.
Se acerca el día en el que los conceptos de unión y de Europa de la Unión Europea van a quedar en entre dicho y el día en el que el patrioterismo británico va a evidenciarse como contraproducente, y según se acerca el día la incomodidad crece y las componendas estrafalarias se empiezan a contemplar como opciones reales: Repetir el referéndum tantas veces como sea necesario hasta que salga lo que resulta más conveniente, es un ejercicio democrático de gran altura. Prorrogar el plazo de salida, sería una demostración de seriedad acorde con los protagonistas. Salirse por las bravas, es tan infantil como todo lo planteado hasta ahora desde el Reino Unido. Los británicos se van, porque quieren y con un mal acuerdo, cuanto antes lo asuman mejor para todos. Tiempo habrá de profundizar la herida o tratar de dejar una cicatriz aseada, pero ahora toca ser responsables de las decisiones soberanas. Solo hay una opción, apechugar, el resto son demoras de lo inevitable.
Un cordial saludo.