Trump o el autosabotaje permanente

Donald Trump compareció este martes ante un juzgado federal de Miami acusado de 37 cargos penales relacionados todos con la documentación confidencial que fue hallada hace diez meses en su residencia de Mar-a-Lago. El expresidente fue formalmente arrestado y puesto a disposición de la Justicia, prestó declaración y luego fue liberado. Tras ello se dirigió a la calle 8 de Miami en la conocida como Pequeña Habana para recibir personalmente el apoyo de sus partidarios. Trump sigue levantando pasiones en buena parte del electorado republicano y allá donde va muchos le siguen, más aún ahora, a menos de año y medio de las próximas elecciones presidenciales para las anunció su candidatura hace más de seis meses.

Este caso de los documentos clasificados es, al menos por ahora, el último escollo judicial que tendrá que librar. Trump, muy en su línea, no se ha arredrado. Se declaró inocente, arremetió contra los fiscales federales y se presentó como víctima de una persecución política orquestada desde la Casa Blanca. La fiscalía lo ve de un modo muy diferente. Ha presentado una acusación de 49 páginas en la que detalla como Donald Trump retuvo documentos en su domicilio privado después de abandonar la presidencia, los compartió con otros y ordenó a su personal que le ayudase a evadir los sucesivos intentos de las autoridades para recuperarlos.

Trump salió de la Casa Blanca con al menos 15 cajas de documentos, que contenían 30 archivos categorizados como ultrasecretos. Estos documentos no son parte de la acusación porque los empleados de Trump los devolvieron. El problema fue que, después de eso, Trump conservó una serie de documentos ultraconfidenciales y dio instrucciones a sus abogados para que los escondieran o los destruyeran. La documentación clasificada que Trump guardaba en varias cajas de su mansión incluía información sobre las capacidades militares del ejército de Estados Unidos, sus programas nucleares y las vulnerabilidades del ejército. Esas cajas se encontraban en lugares insospechados de la mansión como el salón de baile, los aseos y la sala situada junto a la lavandería, lo que añade un punto surrealista a toda esta historia.

Es, como vemos, un asunto muy grave, mucho más que el caso de los pagos a Stormy Daniels que le sentaron en el banquillo hace dos meses en Nueva York. Pero, como ya hizo anteriormente, Trump está utilizando este caso como combustible para su campaña electoral. En noviembre del año pasado anunció su intención de presentarse a las primarias del Partido Republicano que darán comienzo en apenas seis meses. Su intención es ganarlas y luego medirse con Joe Biden por segunda vez en las presidenciales del 5 de noviembre de 2024. Cree que esta vez si podrá ganarle. Para los demócratas no puede haber mejor noticia. Con Trump en el centro de todo, no se escuchará a sus oponentes dentro del partido, que ya son diez incluyendo a Mike Pence, su vicepresidente, que anunció su candidatura hace sólo unos días.

De este modo Trump se está autodestruyendo a sí mismo y, ya de paso, destruyendo las posibilidades de su propio partido para recuperar la Casa Blanca, un proceso que dio comienzo tras las elecciones de 2020, cuando se negó a reconocer la victoria de Joe Biden. Ahora todo lo fía a su base de incondicionales, que ya no es tan amplia como hace unos años, y a que los demócratas se perjudiquen a sí mismos.

En La ContraRéplica:
– La voladura de la presa sobre el Dniéper
– Holmes y Theranos
– El PSOE y el pensamiento woke

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