Nicolás Maduro por fin ha reconocido problemas de liquidez y ha pedido una reestructuración de la voluminosa deuda externa que ha ido acumulando su Gobierno. Hasta el momento sólo Rusia ha aceptado ese refinanciación, pero por motivos políticos básicamente. China no se ha pronunciado y el resto de acreedores tampoco. Entretanto sigue estirando todo lo que puede la goma de PDVSA y promete seguir endeudándola hasta que no tenga donde colocar sus bonos. Una quiebra anunciada que no ha hecho más que comenzar.
Por lo que se ve, el paraíso bolivariano es infinitamente caro, pero los recursos de Venezuela, aunque abundantes, no son infinitos, así que el orden de miseria parece claro, primero los enemigos del bolivarianismo, ahora los bolivarianos y en breve los líderes del postchavismo. Una petrolera mal gestionada, el narcotráfico y el trasiego de corruptelas no aportan la fortaleza económica que requiere el socialismo del siglo XXI. Nicolás no desea un fin abrupto aunque puede que lo desee según avance la agonía, la decadencia, la insolvencia y la sordidez.
Un cordial saludo.