Ha pasado sólo un mes desde que Joe Biden llegase a la Casa Blanca y poco a poco va mostrando sus cartas en política internacional. Todas, como ya veíamos la semana pasada en La Contra, son previsibles y acorde con el historial político de un hombre que fue vicepresidente del país durante ocho años y de quien no se esperaban sorpresas. Por un lado, aspira a recuperar a los viejos aliados europeos mientras mantiene el enfrentamiento con China, por otro parece que quiere incrementar la tensión en Oriente Medio. En esta línea, el pasado jueves, el presidente autorizó un ataque en el este de Siria contra infraestructuras utilizadas por milicias proiraníes. La medida, según informó el Pentágono, se tomó en respuesta a «los recientes ataques contra el personal estadounidense y de la coalición en Irak».
El mensaje va dirigido al Gobierno de Irán, con quien las relaciones bilaterales se encuentran bajo cero en estos momentos. Todo indica que seguirán ahí a pesar de que la voluntad manifestada en multitud de ocasiones por Biden por rehacer cuanto antes el acuerdo nuclear de 2015 que abandonó Donald Trump dos años más tarde. Junto a eso, y coincidiendo en el tiempo con el ataque en Siria, la CIA desclasificó un informe sobre el asesinato en 2018 de Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul en el que se acusa directamente al príncipe heredero Mohammed bin Salman de ser el responsable del secuestro del periodista, un avispero que la administración Tump había evitado remover.
Todo indica, en definitiva, que Estados Unidos regresa a Oriente Medio aunque por ahora lo hace guardando una prudencial distancia.
En La ContraRéplica:
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