
Boris Johnson y su gabinete se enfrentan a un invierno muy sombrío. Son varios y de gran envergadura los problemas que tienen sobre la mesa en estos momentos. El primero de ellos el Brexit, cuyo acuerdo final aún está pendiente y faltan menos de dos meses para que concluya el periodo de gracia que ambas partes se dieron tras la salida oficial del Reino Unido el pasado 31 de enero. En aquel momento Johnson se las prometía muy felices, pero nada más lejos de la realidad. En febrero comenzó un calvario, primero con la pandemia que está azotando al país con mucha fuerza, luego con la crisis económica que la pandemia ha provocado y, finalmente, con la petición por parte del Gobierno escocés de repetir el referéndum de independencia que se celebró hace seis años.
La probable llegada de Joe Biden a la Casa Blanca en enero es el remate. No hará más que complicar un rompecabezas para el que Boris Johnson no estaba preparado. A su favor tiene una sólida mayoría parlamentaria y casi toda la legislatura por delante, pero para lidiar tantos toros a la vez va a necesitar mucho más que eso, por lo que no es descartable que uno de ellos termine dándole un revolcón sobre la arena.
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