El frente mediático

En la tarde del martes unidades de artillería del ejército ruso bombardearon la torre de televisión de Kiev, una estructura metálica de 385 metros de altura enclavada al norte de la ciudad. Los proyectiles rusos consiguieron su objetivo. Los canales de televisión ucranianos se quedaron repentinamente sin señal, aunque siguieron emitiendo a través de internet. Junto a esto, el Gobierno de Vladimir Putin, ha redoblado sus esfuerzos dentro de Rusia para controlar la información poniendo a toda la prensa al servicio de la invasión de Ucrania.

En el otro lado, en Europa occidental y Estados Unidos las autoridades han señalado a ciertos medios de comunicación vinculados al Gobierno ruso o directamente dependientes de él como RT o la agencia de noticias Sputnik. Ambos han salido ya de las principales plataformas de televisión de cable y en la Unión Europea sus emisiones están prohibidas. En internet también se les está dando caza. YouTube, Facebook o Twitter están interrumpiendo su emisión o dificultándola mediante avisos dirigidos a informar sobre la fuente de la noticia. Les acusan de difundir propaganda a favor del Gobierno ruso, algo que es estrictamente cierto a la vista de sus contenidos.

Ambos medios son propiedad del Estado ruso y tienen presencia mundial. Sputnik, que es la heredera de la antigua agencia de noticias soviética RIA Novosti, tiene oficinas en todo el mundo incluyendo tres capitales europeas: París, Madrid y Berlín. RT, antes conocida como Russia Today, fue creada por orden de Putin en 2005 y emite en cinco lenguas aparte del ruso: inglés, español, alemán, francés y árabe. Cuenta también con presencia en todo el mundo gracias a oficinas regionales, a las plataformas de televisión por cable y, especialmente, a las redes sociales, donde es muy activa y popular.

Como vemos, en la guerra de Ucrania ha adquirido una importancia capital el denominado frente mediático. Ese no se circunscribe a las dos partes involucradas en el conflicto, ha ido mucho más allá y se extiende por todo el mundo. No hay rincón del planeta en el que no se hable de este tema, generalmente forma acalorada. Ha estallado una guerra informativa en internet, especialmente en plataformas como Twitter, en la que los usuarios comparten fotografías y vídeos grabados sobre el terreno que no siempre son ciertos. Todos tratan de imponerse en la batalla del relato. Los que están a favor de Rusia lo tienen algo más complicado porque es difícil ocultar que quien agrede de forma injustificada es el ejército ruso, por eso afinan sus argumentos retorciendo en ocasiones la lógica. Frente a ellos se encuentran los que defienden la posición ucraniana, que han encontrado en la resistencia numantina del pueblo ucraniano y en la valentía de Volodímir Zelenski un gran argumento a su favor.

Decía ayer Rubén Arranz en Voz Pópuli que se están desplegando “los más típicos tópicos del conflicto: se ha convertido en un héroe al amigo, en un loco al enemigo y en analistas de prestigio a tertulianos que, en algunos casos, rinden tanta pleitesía a una de las partes que lleva a sospechar”. A Rubén Arranz, una de las mejores y más independientes plumas del periodismo español, lo tenemos hoy en La ContraCrónica para hablar de este tema que, más que ríos de tinta, está desatando tormentas de bytes.

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