Estaba cantado

Supuse se que se iba a llevar el World Press Photo de este año. Y así os lo conté en La ContraCrónica de aquel día. Era demasiado tentador. Pocas veces se tiene la oportunidad de fotografiar un magnicidio. Aunque, bien mirado, este tampoco era un magnicidio propiamente dicho. El finado no pasaba de ser embajador de Rusia en Turquía. Pero eso es lo de menos. El fotógrafo bien podría haberse llevado un tiro y esta foto hubiese sido la última de la vida de Burhan Ozbilici. Ozblilici sabe hacer fotos, de otro modo no trabajaría para AP, pero en esta hay un gran componente de suerte. Se trataba de estar allí, en aquella exposición en Ankara, de la que ya nadie se acordaría si no fuese por el atentado. También hay otro elemento. El fotógrafo de AP estaba bien situado, justo en el punto exacto para disparar. También es cierto que si disparaba se señalaba. Pero los de AFP y Reuters también lo hicieron, pero no tuvieron tanta suerte con el punto de vista. Pero bueno, con suerte o sin ella, el fotógrafo supo mantener el tipo y regalar a la posteridad una instantánea histórica. Hay otra, anterior al asesinato, en la que se les ve a los dos juntos, pero esta es mejor y más difícil de hacer. En un premio de fotoperiodismo, a fin de cuentas, capturar el momento decisivo tiene que serlo todo. O casi.

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