
Cincuenta años de terror, 853 muertos en 13 comunidades autónomas, 6.400 heridos, 79 secuestros, 10.000 personas extorsionadas. Estos son los números de ETA. En este punto podríamos decir que olvidamos y perdonamos. Lo segundo, con el tiempo, se irá haciendo. Lo primero jamás. El que olvida repite. Algo como esto no se debería repetir nunca.
Los más jóvenes, los que no vivieron aquello, tendrán que hacer el esfuerzo de recordarlo como tratamos de no olvidar nosotros lo que ocurrió durante y después de la guerra. El fanatismo político conduce a esto. Cuando el fanatismo viene acompañado de ceguera, justificaciones e intereses el resultado es ETA y todo el sufrimiento que administró durante cinco décadas. Esa es la lección que deberíamos haber aprendido.
A lo largo de los últimos días he ido recopilando fotos de estos cincuenta años de infamia. Sirva la siguiente galería de homenaje y recuerdo a todas las víctimas. Clic sobre la imagen y se mostrará la galería completa.
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Cuando fui consciente de que los asesinatos en nombre de un pueblo y una libertad eran tan ignominiosos como el resto de asesinatos pero con un componente social de acobardamiento general, con enrabietamiento de algunos y embravuconamiento de los adeptos, que se traducía en que las víctimas morían físicamente primero y socialmente después, me sentí impotente y avergonzado, y busqué cómo dejar de sentirme así pese a los disparos, las bombas, los silencios y los equidistantes. Y encontré a Gregorio Ordoñez, un español caraqueño y vasco que ante la misma realidad que a mí me abrumaba, y que él vivía en primer terror, se despachaba con ideas claras y acciones diarias: Señaló a los asesinos, a sus financiadores, a sus cómplices, a sus palmeros, a quienes les justificaban, a quienes les querían comprar y a quienes, por omisión, les dejaban campar. Hoy, Gregorio lamentaría estos capítulos de blanqueamiento, impunidad y normalización de lo que no puede ser normal y socialmente sano, pero hoy, como siempre desde que le encontré, ni me siento impotente ni me siento avergonzado, serena y tristemente niego que los asesinos merezcan otra cosa que la cárcel y serena y tristemente afirmo que quienes les jalean y quienes pretenden componendas con ellos son lo peor de la sociedad española.
Un cordial saludo.