Europa en jaque energético

El gasoducto Nordstream 1, que discurre bajo las aguas del mar Báltico desde Rusia hasta la costa de Alemania, cerró este lunes por labores de mantenimiento anual. En principio debería reabrir dentro de diez días, pero en Alemania no lo tienen tan claro. Su Gobierno teme que Vladimir Putin utilice el mantenimiento del Nordstream como arma de presión contra la Unión Europea. Los operadores gasísticos se han puesto en lo peor y descuentan un corte definitivo del gasoducto. Esa es la razón por la que el precio del gas natural está marcando máximos esta semana que coincide, además, con una ola de calor estival en todo el continente.

Alemania, Austria e Italia llevan semanas acusando un severo recorte en las entregas de gas proveniente de Rusia. La italiana ENI anunció hace unos días que el suministro se ha reducido un tercio sobre los niveles normales. Para colmo de males, una de las turbinas de bombeo del gasoducto Nordstream de fabricación alemana se ha averiado y la empresa donde se estaba reparando, ubicada en Canadá, se ha negado a enviarla de vuelta a Rusia para cumplir con las sanciones internacionales contra el Kremlin. El Nordstream, en servicio desde 2011, pertenece a un consorcio internacional en el que la rusa Gazprom tiene la participación mayoritaria.

Como consecuencia de la reducción de suministro el gas se ha ido por las nubes afectando directamente a la inflación, que está en máximos históricos en toda Europa. El Gobierno alemán ha advertido a sus ciudadanos de que podría llegar a racionarse el gas durante el próximo invierno. Alemania no dispone de capacidad de regasificación en la costa y todo el gas que recibe es a través de gasoductos, la mayor parte proveniente de Rusia. Las dificultades que los alemanes tienen para diversificar el suministro de gas han llevado a la Unión Europea a proponer un sistema de mutualización del suministro. Pero el gas es escaso y, por lo tanto, caro, en el mercado internacional. La demanda es altísima en Asia y Norteamérica y los productores están sufriendo para mantener abastecidos a sus clientes. Es posible que no haya gas para todos cuando dentro de tres meses se instale el otoño al hemisferio norte y el consumo de gas se incremente.

El desafío ahora es reponer cuanto antes las reservas, algo a lo que se han afanado todos los países de Europa. Con las reservas de gas al máximo Europa podría amortiguar un hipotético corte de gas, pero no evitar el racionamiento en mayor o menor medida. Esta es la cruda realidad a la que se enfrentan ahora en Bruselas, donde se hacen cruces por todo lo que se ha hecho mal en materia energética durante el último cuarto de siglo. La pregunta que muchos europeos se hacen es si, después de esta, habrán aprendido algo.

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