
La semana pasada se armó un pequeño revuelo en la red cuando Google admitió públicamente que «expertos en lenguaje» contratados por la compañía escuchan el 0,2% de las conversaciones que los usuarios mantienen con su asistente digital, el llamado Google Home. Con esta declaración Google nos ha venido a decir lo que muchos ya apuntaban aunque sin pruebas que lo sustentasen: que las interacciones con este tipo de aparatos que se han puesto tan de moda no son completamente privadas.
Las empresas que comercializan estos asistentes como la propia Google, Amazon o Apple insinuaban lo contrario, que todo era inteligencia artificial, que nadie de carne y hueso escuchaba las conversaciones. Ahora ya sabemos que no es así, al menos con Google. No sólo escuchan, sino que lo hacen con atención para mejorar los sistemas de reconocimiento de idioma. Es fácil, por lo tanto, suponer que otros también lo están haciendo. Podríamos decir que hay un agujero de seguridad. Quizá, pero es un agujero voluntario que se han abierto los propios usuarios.
Los oyentes traen:
- Boris Johnson primer ministro
- La reintegración de Puerto Rico en España
- Peculiaridades de la lengua rumana
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