
Desde ayer lunes los italianos han recuperado su libertad de circulación. Tras más de dos meses de confinamiento e infinidad de restricciones que han ido aligerándose en las últimas semanas, prácticamente todos los comercios del país han reabierto sus puertas. Hay algunas excepciones como los gimnasios o las piscinas, que tendrán que esperar al lunes próximos. Las fronteras se reabrirán el 3 de junio, los cines y los teatros lo harán el 15 de ese mes. Lo que no regresarán son las escuelas al menos hasta el inicio del curso en septiembre.
Como en otros países, el Gobierno central ha tenido que pelear con las regiones las reglas de distanciamiento social. Así es como ha dado comienzo la llamada «guerra del metro» porque eso mismo, un metro de distancia, es lo que ha fijado el Gobierno como distancia mínima de seguridad en casi todas las actividades. Esa medida imposibilita la apertura de establecimientos de pequeño tamaño, especialmente en la hostelería, ya que tendrían que reducir tanto su aforo que no les sería rentable abrir. La normativa, de cualquier modo, puede ser ajustada por las regiones en función del riesgo de contagio. Algunos expertos han criticado con dureza las medidas adoptadas desde ayer, piden extremar las precauciones pero, como ha dicho el primer ministro Giuseppe Conte, «no podemos esperar a que llegue la vacuna».
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