
El Gobierno de Pedro Sánchez aprobó ayer por decreto la renovación del Consejo de Administración de RTVE. Se necesitaban diez nombres, entre ellos el del presidente del Ente. Sánchez alcanzó primero un acuerdo con Podemos y PNV, pero no le llegaba. O sumaba a los independentistas catalanes o sumaba al PP para pasarlo por el Congreso.
El presidente fue objeto de una acalorada polémica la semana pasada, estuvo bailando entre varios candidatos y al final ha caído en Tomás Fernando Flores, un periodista de RNE. Los consejeros son todos del gusto de Podemos, lo que viene a confirmar que la idea de pluralismo que tenían es que mandasen ellos. Esto de RTVE ha sido el último capítulo de un mes marcado por promesas y algunas decisiones polémicas. Sánchez, que llegó prometiendo irse pronto, parece que se quiere quedar e incluso dejar legado.
La inesperadamente larga ristra de ideícas que la tropa monclovita ha propuesto es estas semanas esta llena de propuestas para contentar a sus sorprendidos adeptos y llena también de propuestas para contentar a los que hicieron posible la sorpresa. Lo que no hay en la retahíla de ocurrencias es una sola propuesta que contribuya a la prosperidad y cohesión de sus gobernados. Dispendios y sectarismos, sectarismos y dispendios, y todo trufadito de sonrisas y posados. Cuánto de lo propuesto podrá sacar adelante con su escasez de diputados propios es una incógnita pero presumiblemente será poco, lo que resultará en menos despilfarro, pero la capacidad de enfrentar al personal está intacta y a plena producción. No sabemos hasta cuándo estará trasteando con el BOE, pero sí que se nos va a hacer largísimo.
Un cordial saludo.