Los 4 jinetes del Apocalipsis Bolivariano

Si una cosa podemos sacar en claro de la cumbre de la OEA que esta semana se ha celebrado en Cancún es que la América de hoy no es la de 2007. En aquel entonces a Chávez le sobraban los amigos y cada año ganaba alguno nuevo. Incluso los que no simpatizaban con él ni con su estilo se cuidaban mucho de malquistarse con el dicharachero presidente venezolano. Eran los años dorados de la revolución bolivariana, cuando el barril de crudo se pagaba a 140 dólares y todo eran sonrisas. Hoy solo les queda Nicaragua, Bolivia, y las islitas caribeñas de San Cristóbal, San Vicente y Dominica. Hasta «amigos para siempre» como Ecuador, El Salvador o Trinidad y Tobago se abstuvieron de votar la declaración conjunta para condenar al Gobierno de Maduro que promovió el canciller mexicano durante la cumbre.

Pero incluso la abstención han tenido que comprarla. El Salvador le debe a Venezuela unos 900 millones de dólares y la República Dominicana, que también se abstuvo, más de 4.000 millones. A estos últimos Maduro les practicó una quita hace no mucho precisamente para comprar su silencio en los foros internacionales. Caracas aún vive de las rentas del programa Petrocaribe, un invento de Chávez, extraordinariamente gravoso para PDVSA pero muy rentable para la diplomacia del régimen, que consiste en vender petróleo barato a las pequeñas y por lo general pésimamente gobernadas islas del Caribe.

Lo cierto es que quien se ha dado un costalazo en su propia tierra ha sido el Gobierno mexicano, especialmente su ministro de Exteriores Luis Videgaray, que pasó la cumbre concitando apoyos para su declaración condenatoria. Videgaray se las veía felicísimas porque se trataba de algo histórico, la primera condena conjunta en las Américas contra el chavismo, pero las matemáticas no daban. Para sacar adelante una declaración conjunta en la OEA hacen falta 23 votos a favor, unos 2/3 de la asamblea, Videgaray solo consiguió 20.

A Maduro le siguen quedando amigos en el exterior. Pocos ya por convicción, la mayoría por interés. Algo de eso debieron olerse en Washington porque Rex Tillerson, secretario de Estado de Trump, ni siquiera se dejó caer por Cancún.

Que no saliese lo de Cancún nos puede parecer decepcionante, y de hecho lo es, nos puede parecer incluso un esfuerzo minúsculo al lado del calvario que están atravesando los venezolanos. Pero recordemos que hace solo unos años algo así era impensable. A Chávez iban bañándolo en abrazos por todas las cumbres, el gorila recorría el mundo entre parabienes y palmadas en la espalda. Hoy Maduro es un apestado. Visto así, tan mal no está la cosa. A fin de cuentas no tenemos compararlo con lo que debería ser, sino con lo que era.

80 días, 75 muertos

Dentro de Venezuela ya van más de 80 días de manifestaciones prácticamente diarias en Caracas y diarias en algún punto del país. La Oposición con muy buen tino decidió hace unos meses no dar tregua al Gobierno y golpear un día tras otro como un martillo pilón. Este lunes hubo una marcha en Caracas convocada para que los indecisos de Cancún se animasen. Fue algo masivo y terminó con muertos, en concreto con un menor de edad, Fabián Urbina, que fue asesinado a balazos por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Con Fabián la lista de muertos en las protestas asciende ya a 75 (o a 91 según la contabilidad que se lleve). Casi a un muerto al día. La policía dispara con fuego real y al cuerpo con la intención de sacar a la gente de la calle a cualquier coste. La cosa ha llegado tan lejos que el Gobierno de Brasil ha cancelado las exportaciones de gas lacrimógeno a Venezuela.

Cuantos más muertos echa la GNB a la pira más crecen las llamas. Justo lo contrario de los que pensaba Maduro en el mes de marzo. Suponía que con los primeros caídos el resto se asustaría y en menos de un mes el incendio se habría extinguido. Exactamente como sucedió en las movilizaciones de febrero de 2014. Pero esta vez no está siendo así. La desesperación es tal que el venezolano de a pie parece dispuesto a cualquier cosa, incluso a perder la vida, con tal de expresar su disconformidad y provocar cambios políticos. Los manifestantes venezolanos están dando todo un ejemplo de tenacidad y valentía porque saben que el que resiste gana. Básicamente no se pueden permitir perder, no es una opción. Si pierden esta apuesta lo perderán todo.

El próximo día 30 se concretará la célebre Constituyente. Una constituyente que nadie quiere. El otro día el PanAm Post mostraba un sondeo cuyos resultados son abracadabrantes para Maduro. El 85% la rechaza de plano. Sólo el 12% la apoya abiertamente. Con unos números así de adversos se entiende que estén a la defensiva en Miraflores. La Constituyente la formarán al final tan solo 5.000 personas, que se arrogarán sin ser elegidos la representación de 30 millones de venezolanos.

Esta vuelta de tuerca el régimen tiene que darla con la economía en barrena. La inflación ronda el 800% y los expertos calculan que el año próximo estará en torno al 2.000%, ya en la frontera misma de la hiperinflación y el repudio de la moneda. El desabastecimiento ha dejado de ser noticia porque es crónico. Y poco puede hacer el Gobierno para remediarlo ya que el petróleo marca mínimos anuales. Ayer cerró a 42 dólares el barril WTI. El 96% de las divisas que entran en el país proceden de la venta de crudo. Esas divisas permiten, por ejemplo, atender los vencimientos de deuda. Podría suceder que en plena Constituyente a Maduro no le quede otra que declarar la bancarrota.

La depresión económica está alimentado las protestas. Muchas veces no se sabe si es algo convocado por la plataforma opositora o simples motines del pan con trasfondo político. Para que nos hagamos una idea, desde principios de abril en Venezuela ha habido 3.850 manifestaciones, lo que arroja un promedio de 50 diarias. Esto no hay país que lo soporte. Los jinetes del Apocalipsis cabalgan por Venezuela. Tres lo hacen desde hace mucho tiempo: el hambre, la guerra y la muerte. El cuarto, el de la Victoria, acaba de arrancar su cabalgada. Esperemos que sea el que se imponga.

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2 Comments

  1. Un dato que creo que es útil en el análisis de la situación: el petróleo venezolano es muy pesado, o sea, lleno de impurezas y cieno, una especie de engrudo. muy diferente al de Arabia Saudí, p.ej. Y su refino sólo de puede hacer en refinerías especiales que sólo están en EEUU

    Ésto es muy importante: si EEUU hubiera hace mucho bloqueado el refino de petróleo venezolano, Venezuela hubiera quebrado y hubiera caído el Régimen

    Pero a Occidente interesa tener gobiernos gamberros que destrozan sus países y que se ven obligados a vender petróleo al precio que sea.

    Saludos

  2. La realidad venezolana está convirtiendo a Maduro en un preso en su país, ¿a dónde podrá ir que le toleren?, en un preso en su casa y su despacho, ¿a dónde puede ir que le toleren?, y en un preso en sí mismo, ¿qué mentiras se sostienen y se tolera? Cada vez menos países y con peor disposición, cada vez menos calles donde pasear sin su guardia pretoriana y cada vez discursos más incoherentes e intragables. Los jinetes están pisoteando a los venezolanos pero adivina a quién arrastran sujeto por los pies.
    Un cordial saludo.

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