Merkel contraataca

El CDU de Angela Merkel no solo no se dio un batacazo en las elecciones de Renania del Norte-Westfalia que se celebraron el pasado domingo, sino que consiguió ganarlas y recuperar el Estado para su partido. Hace solo unos meses todos los sondeos daban por seguro el fracaso. En septiembre, por ejemplo, al CDU le auguraban un 28% del voto, al SPD un 34% y a AfD un 11%. El resultado final fue de un 33% para el CDU, un 31% para el SPD y un 7% para AfD. Los liberales del FDP, que presentaban como candidato a Christian Lindner, líder del partido, también mejoraron ostensiblemente sus resultados con respecto a 2012. La victoria, en definitiva, fue contundente y se suma a la de hace dos domingos en Schleswig-Holstein, donde los cristianodemócratas también ganaron a pesar de que les daban como perdedores.

Pero lo bueno no es tanto eso como la constatación de un hecho que hasta hace no mucho nadie incorporaba en sus análisis. El gran coco político en Alemania desde hace tres años es Alternative für Deutschland (AfD), un partido que empezó siendo aproximadamente liberal y que hoy es la clásica formación identitaria con su monotema y sus cada vez más frecuentes ramalazos socialistas. AfD se ha lepenizado irremediablemente, de modo que en lugar de quitar votos al CDU tal y como se preveía se los está arrebatando a Los Verdes y al partido de extrema izquierda Die Linke.

Lo de Los Verdes en Renania del Norte-Westfalia ha sido un dramón. Tenían 29 escaños y se han quedado en 14. Die Linke tenía uno y lo ha perdido. Es decir, se quedaron 16 escaños en el aire. Esos son exactamente los que ha ganado AfD, que se estrena en el Landtag de Dusseldorf ya que en las elecciones de 2012 aún no existía. El voto del descontento, por lo tanto, se ha refugiado en la versión patriótica y no en la perrofláutica. Lo mismo o muy parecido a lo que pasó en Holanda en marzo. Si en España imperasen las mismas categorías políticas el principal rival de Podemos no sería el PSOE, sería Vox, o al menos el Vox actual, que interpreta una partitura muy parecida a la de AfD.

El tema es que en Alemania hay poco descontento. Hoy el país es más que nunca la locomotora económica de Europa. Nos encontramos en plena belle-epoque merkeliana. El desempleo se encuentra en mínimos históricos, los superávits presupuestarios se suceden. No hay más que viajar a Alemania para comprobarlo personalmente: coches nuevos, casas nuevas, nuevas urbanizaciones, nuevas áreas industriales… en muchos sectores les cuesta encontrar empleados. Esa es la razón por la que hay tantos españoles, italianos o franceses trabajando en Alemania, y por la que España está más llena de lo habitual de turistas alemanes.

Cierto que el país tiene problemas, la inmigración, por ejemplo, pero se quedan en nada al lado del bienestar general y las expectativas personales que genera la bonanza económica. En un estanque tan tranquilo y calmado es muy difícil pescar votos. Martín Schulz había depositado sus esperanzas en que una cantidad indeterminada de votantes del CDU se pasasen en masa a AfD tras la crisis de los refugiados del verano de 2015. Pero eso no ha sucedido. No había más que verles la cara, al propio Schulz y a la candidata renana Hannelore Kraft el domingo por la noche. El showman Oliver Welke se choteó a modo en su programa de la ZDF. Tituló «Sozialdesolaten» su monólogo de la noche electoral.

Es previsible que, si nada cambia de aquí a septiembre, estas de Renania sean las mismas fuerzas que modelen las elecciones federales del 24 de septiembre. Y aquí paz y después Merkel.

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1 Comment

  1. Cuando el consenso socialdemócrata era lo estándar, sus políticos apenas tenían que hacer o que decir, ya los votantes solitos regulaban sus mayorías en función de los escándalos de la anterior legislatura. Con la crisis, no hay un nuevo consenso, pero el socialdemócrata está laminado, y así, van perdiendo las mayorías, la capacidad de gobernar y hasta la representación. Ahora que lo que hagan y lo que digan es relevante para frenar su desplome, todos niegan la mayor y señalan obcecadamente la maldad de los demás. El futuro de la socialdemocracia está por escribir, pero el prólogo, que es el presente, es infumable.
    Un cordial saludo.

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