
La semana pasada la revista The Economist presentó un extenso informe en su primer número del mes de mayo en el que abordaba una cuestión tan espinosa como interesante: la de las monedas digitales respaldadas directamente por los Gobiernos. El melón lo ha abierto China con el yuan electrónico que vimos con más detalle hace un mes en La ContraCrónica. Otros podrían seguir por ese camino. Ya hay más de cincuenta bancos centrales en todo el mundo estudiando la posibilidad de ofrecer una versión completamente digital de las divisas que emiten.
Nos podríamos encontrar así antes de lo que pensamos con dólares, euros o pesos digitales gestionados directamente por la banca central. La consecuencia más directa y evidente es que el poder del Estado crecería sustancialmente porque, aparte de emisor, pasaría a convertirse en banquero. Los bancos comerciales perderían su razón de ser. Al hacer sus depósitos directamente en el banco central los usuarios de estas monedas no necesitarían intermediarios. El emisor de la moneda se encargaría de otorgar o denegar créditos en régimen de monopolio absoluto.
Pero lo peor no sería eso, sino en el poder que el Estado tendría sobre todos y cada uno de nosotros. Podría, como ya sucede en China, multarnos y cobrar la multa en el acto porque todos nuestros ahorros estarían en su poder. Estas monedas supondrían también una tentación muy apetecible para Gobiernos manirrotos que no tardarían en arruinar su propia divisa digital. Los efectos geopolíticos serían aún mayores. El dólar perdería su papel central en el sistema monetario mundial y las monedas de países pequeños seguramente se dejarían de utilizar ya que para cambiar de moneda bastaría con cambiar de monedero electrónico. El sector financiero, por último, sufriría una transformación total y en sólo unos años sería irreconocible a nuestros ojos.
En La ContraRéplica:
- Trapiello y las dos Españas
- Los nuevos peajes
- La ley de tráfico
- Pablo Iglesias en Perú
Be the first to comment