Netflix y el fiasco de Cleopatra

Hace una semana la plataforma Netflix estrenó la segunda parte de una ambiciosa serie documental sobre grandes reinas africanas. En principio no parecía nada especialmente escandaloso. Netflix ya ha producido otras series sobre grandes personajes históricos, pero esta vez la producción nació acompañada de una formidable polémica, tanto en Occidente como en el propio Egipto, donde se ha desatado una feroz campaña contra la serie. La segunda temporada versa sobre la reina Cleopatra de Egipto, que reinó en el siglo I a.C. Cleopatra es un personaje muy conocido ya que su reinado marcó el fin del Egipto faraónico tras tres milenios de historia. Egipto se convirtió en una provincia del imperio romano y fueron precisamente los romanos quienes crearon la imagen de Cleopatra que luego pasaría a la literatura, la pintura, la música y el cine occidental.

Volviendo con la serie, Netflix escogió a la actriz estadounidense Jada Pinkett-Smith como productora y ahí comenzaron los problemas ya que Pinkett-Smith seleccionó a la actriz británica Adele James para el papel de Cleopatra. Adele James es una actriz muy joven de raza negra y esa fue la razón por la que unos y otros criticaron la serie o, al menos, el reparto de la serie ya que las críticas negativas empezaron mucho antes de su estreno. Las quejas iban entonces por el reparto. Se ha puesto de moda de un tiempo a esta parte entre las productoras de televisión introducir diversidad racial en las películas, series y documentales históricos.

En ocasiones se trata de personajes legendarios o de ficción como el Aquiles de Homero o la Sirenita de Hans Christian Andersen, pero en otros casos los productores han cambiado la raza de personajes históricos cuya apariencia física está bien documentada mediante descripciones o retratos. Este sería el caso de Cleopatra, una reina que adquirió mucha importancia en la etapa final de la república romana. Fue amante de Julio César y de Marco Antonio y llegó incluso a vivir en la propia Roma. Cleopatra era la reina de Egipto, pero sus orígenes no eran egipcios, sino griegos ya que pertenecía a la dinastía ptolemaica, fundada por Ptolomeo, uno de los generales de Alejandro Magno.

La polémica en torno a la serie fue ganando intensidad hasta la fecha de su estreno. En ese momento fue a más ya que, según la crítica y el público, es francamente mejorable por no decir abiertamente mala. En Rotten Tomatoes, una popular página web que agrega críticas cinematográficas de distintas fuentes, la crítica especializada le concede un 11% de aprobación, el público general es más duro aún con sólo un 2% de aprobados, una de las peores valoraciones recogidas por Rotten Tomatoes.

Pero no ha sido sólo en los mercados occidentales donde la Cleopatra de Netflix ha levantado ampollas. En Egipto la producción ha sido demandada ante los tribunales. Acusan a la productora de querer borrar la identidad egipcia y de promover el afrocentrismo mediante una producción televisiva de ámbito global. Han pedido también que se prohíba la plataforma dentro del país. Esto último ni Jada Pinkett-Smith ni la propia Netflix lo habían visto venir. Pensaban que las críticas llegarían de Occidente, pero no, las peores provienen del país natal de la protagonista.

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1 Comment

  1. A ver, los fascistas nos han estado engañando con la Historia toda la vida. Uno de los Beatles era trans y otro negro (pero se pintaba para que no le discriminaran). Napoleón también era trans y Wellington mujer disfrazada de hombre (como Catalina de Erauso). Carlomagno en realidad era la mulata Carlomagna. Churchill, además de origen claramente catalán, era homosexual, y no sigo con mas porque hay que esperar a que salgan nuevas modas para reasignar los papeles.

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