
Ayer por tercer día consecutivo se registraron incidentes violentos en Barcelona y otras ciudades catalanas. La movilización comenzó el mismo lunes según se hizo pública la sentencia del procés y tuvo aquel día como punto álgido la ocupación del aeropuerto de El Prat. Se pensó en aquel momento que de ahí no iban a pasar, pero si que lo han hecho. Espoleados por el presidente Quim Torra, grupos de manifestantes muy radicales se envalentonaron el martes y sembraron el caos en el centro de Barcelona levantando barricadas y quemando contenedores de basura.
Ayer por la noche elevaron la apuesta incendiando automóviles mientras en otras ciudades de Cataluña como Tarragona, Reus o Manresa ponían sitio a las comisarías. En Lérida llegaron incluso a incendiar una delegación de Hacienda.
Ante semejante situación Pedro Sánchez compareció en Moncloa para pedir moderación y llamar a la calma. Como era de esperar ninguno de los manifestantes le escuchó, empezando por el propio Torra, que ayer participó en uno de los cortes de la autopista AP-7. De hecho, a la misma hora en la que Sánchez hablaba se recrudecían los disturbios. Se ha llegado a una situación en la que esto ya es un diálogo de besugos con un desenlace un tanto incierto.
En La ContraRéplica:
- La complicada situación de Turquía
- ¿Qué hacer en Cataluña?
Be the first to comment