Pedro Sánchez va perfilando su Gobierno. No están aún todos, pero si los suficientes para hacernos una idea de por dónde va a ir la cosa. Se trata de un gabinete muy político con algunas figuras de relumbrón destinadas a dar lustre al Gobierno de un novato. Es también un gabinete de equilibrios. Sánchez quiere llegar vivo a las elecciones y sabe que no puede dar un sólo paso en falso. Tal vez no agrade a todos, pero al menos los ofendidos serán pocos.
El Gobierno que no podrá gobernar se queda así como una simple galería de rostros e intenciones cuya única finalidad es llegar a los comicios y ganarlos, aunque sea en minoría. No sabemos si lo conseguirá, pero si al menos que está haciendo todo lo posible para que su paso por la presidencia del Gobierno no sea algo efímero.
Tenemos gobierno, o mejor dicho, tenemos el elenco que nos va a interpretar que gobierna. Un ramillete de starlettes desfilando con los brazos abiertos y las sonrisas tan amplias como sospechosas. La gobernabilidad depende de partidos políticos en campaña y la imagen de estabilidad y consenso que propone Pedro, como estrategia electoral, no es más que la declaración de lo que quisiera hacer pero no le van a dejar. La deuda y el secesionismo no se repliegan ante generosos talantes y espíritus constructivos, ceden ante mayorías contundentes con ideas nítidas y pertinaces. El estropicio que nos va a liar a todos, será con el mejor talante pero ni será inesperado ni será menor.
Un cordial saludo.