
Ayer arrancó la campaña del referéndum. Lo hizo en la plaza de toros de Tarragona en un acto multitudinario. Nadie hizo nada para impedirlo a pesar de que acto era ilegal. Pero eso ya a estas alturas es lo de menos. En Cataluña no es que se hayan implantado dos legalidades, es que hay dos realidades: una la corriente y otra paralela en la que se han instalado el presidente de la Generalidad y los independentistas.
Si varios grupos políticos deciden saltarse el marco jurídico de convivencia para resolver conflictos, el garante de dicho marco debiera hacer que asumieran las consecuencias de tal salto, pero hete aquí que en España desde que se cometen ilegalidades hasta que se responde por ellas, da tiempo a un porrón de cosas, incluida la celebración de un acto de apertura de campaña de referendum ilegal, del que ya se verá cómo se responderá más adelante. Aún quedan dudas sobre si el Estado será capaz de hacer pagar las presentes fechorías a sus autores, puesto que las acciones represoras están en marcha pero ninguna en efecto. De lo que ya no hay ninguna duda es sobre si el Estado puede evitar la enésima y pregonada, con fecha lugar y autores, ilegalidad.
Un cordial saludo.