La destitución por parte del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, del coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos, ha ocasionado un incendio de grandes dimensiones dentro del ministerio y del propio instituto armado. Al cese de Pérez de los Cobos le siguió horas después la dimisión del teniente general Laurentino Ceña y a esta la filtración de un atestado de la Guardia Civil en el que se señala directamente a Interior por haber ignorado deliberadamente la gravedad de la amenaza que se cernía sobre el país en las fechas previas al 8 de marzo. No es la primera vez que el ministro pone en evidencia a la Guardia Civil. Hace dos años destituyó a Manuel Sánchez Corbí, jefe de la UCO, y el pasado mes de abril desautorizó al jefe de Estado Mayor de la Benemérita, el general José Santiago, tras afirmar éste en una rueda de prensa que su labor era «minimizar el clima contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno».
Todo este escándalo llega, además, en un momento especialmente delicado para el Gobierno, que se encuentra haciendo equilibrios en el alambre para, por un lado, tapar lo que a todas luces parece una negligencia que debería saldarse con una cadena de dimisiones y, por otro, afianzar algo parecido a una mayoría parlamentaria con nacionalistas vascos y catalanes que le permitan seguir en Moncloa.
En La ContraRéplica:
- ¿Se está apropiando la derecha de los símbolos nacionales?
- Campaña de propaganda gubernamental en la prensa diaria
- La DEA y ciertos políticos españoles
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