
Este verano EEUU, Canadá y México se sentarán a renegociar el NAFTA por deseo expreso de Donald Trump, que ya desde la campaña electoral convirtió a este tratado de libre comercio en una de sus dianas favoritas. Entretenido en otras cosas, Trump apenas ha tenido tiempo para el comercio, que curiosamente fue uno de los caballos que montó para llegar hasta la Casa Blanca. Ahora tendrá que enfrentarlo y, con un caso práctico, decir al mundo cuál será su política comercial.
¿Qué queda del proteccionismo trumpista?
Su intento de materializar sus promesas electorales de «America first» y «Make America great again» se está topando con la realidad de que «America is not great» porque su actual deuda y su actual disposición para poner marines muertos por el mundo, no son lo que solían ser. Como América no es «great», pues tampoco es «first». Total, que Donaldo quiere jugar a que manda pero sin ser realmente el mandamás y quiere apostar fuerte pero con chequera en vez de con verdes. Es de suponer que a alguno amedrentará, pero como no cuele, su plan para relanzar la economía americana va a resultar un yunque.
Un cordial saludo.
Es charlatanería que sirve para que otros países que tienen poco de liberales o cuyos ciudadanos son esencialmente socialistas, salgan y den clases de comercio.
En cualquier caso, pienso que las presiones empresariales harán su efecto, su capacidad escurridiza le puede permitir vender un bulo a sus votantes y quizás no cambie nada.