EEUU y México han llegado a un principio de acuerdo para reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), más conocido por sus siglas en inglés NAFTA. La renegociación de los términos les ha llevado más de un año, desde agosto del año pasado y aún la cosa no ha concluido porque falta Canadá, que se retiró de las negociaciones hace mes y medio.
Trump llegó a la Casa Blanca criticando el NAFTA y lo ha terminado renovando aunque, eso sí, practicándole algunos cambios. Pero el tratado, a diferencia del suscrito con los países ribereños del Pacífico, no ha muerto. Y no lo ha hecho en buena medida por la inesperada irrupción de AMLO en escena hace menos de dos meses. Por de pronto al mercado le ha sentado de maravilla. Las Bolsas han subido y se ha disipado la incertidumbre creada hace un año. Vamos hoy a desentrañar sus claves.
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Méjico tiene un principio de acuerdo para enmarcar su prosperidad en un tratado comercial con los EEUU y probablemente también con Canadá. Ha negociado desde una posición débil pero las concesiones superan con creces la alternativa del no tratado. El caso es que aunque los EEUU buscan su prosperidad no pueden permitirse renunciar a que Méjico no alcance la suya porque las consecuencias positivas de un Méjico próspero superan con creces a la alternativa de un no tratado. Los tratados son para firmarlos, cumplirlos, evaluarlos y replantearlos, y en esta ocasión se han dado unos plazos para todo ello. Ojalá funcione porque la alternativa no gustará a nadie.
Un cordial saludo.