
Hace una semana Nicolás Maduro anunció un paquete de medidas económicas para contener la crisis económica que azota al país desde hace un lustro y que, a lo largo de este último año, se ha transformado en una profunda depresión. Las medidas incluyen una controvertida reforma monetaria que ha quitado de un plumazo cinco ceros a los billetes de bolívar. La idea es facilitar las transacciones pero si nada más se hace el nuevo bolívar, llamado bolívar soberano, volverá a devaluarse a la misma velocidad que el bolívar anterior.
Porque a nadie se le oculta que la causa de los problemas de Venezuela no es la devaluación de la divisa. La devaluación es una consecuencia, las causas son otras y todas se originaron en el palacio de Miraflores desde que Hugo Chávez se hizo con el poder hace ya casi 20 años. Hoy ya parece que es tarde para casi todo. Es, además, poco menos que imposible que el verdugo consiga revivir a su víctima.
[os-widget path=»/diazvillanueva/tu-opini%C3%B3n-mejora-la-contracr%C3%B3nica»]
La capacidad de diagnóstico de los problemas económicos venezolanos de Nicolás oscila entre el cero y la nada, por lo que su capacidad para solucionarlos oscila entre ninguna y el empeoramiento. Un bolívar soberano son 100.000 bolívares de toda la vida sin más criterio que el del porque sí. Pudo decir que un bolívar soberano equivale a 10 bolívares de toda la vida o a 1000.000.000 de bolívares de toda la vida o a 100.000 dólares o a 100 euros… como dijo que equivalía a la tres mil seiscientosava parte de un Petro que, según él, corresponde al precio del barril de petróleo, en dólares. ¿Pero toda esa paridad qué la avala, la quebrada PDVSA, el inexistente músculo industrial venezolano, el arrasado sector turístico, la agroganadería de subsistencia…? pues no, todo queda avalado por la voluntad de Nicolás, que pronto descubrirá que no vale tanto como él considera.
Un cordial saludo.