
La última fase del pulso entre Rajoy y Puigdemont les ha vuelto a dejar en tablas. Rajoy ha hecho el ridículo con la inestimable colaboración de su segunda de a bordo y Puigdemont coloca a sus partidarios ante la disyuntiva de prescindir de él o de arrojarse de nuevo al vacío en su nombre. De esto último saldremos de dudas el martes cuando se celebre el pleno de investidura… sin investidura.
Pasito a pasito, quienes proclaman la desaparición de la actual España van copando las instituciones españolas y obteniendo potestad y recursos para avanzar en sus pretensiones. Mientras, el gobierno de España se trastabilla solo tratando de que el independentista que presida el gobierno autonómico no sea el más famoso por irresponsable y por chotearse de Madrid. Sea Carlos o no, otro enemigo del actual marco legal trabajará desde una institución española para socavarlo. Las discusiones sobre el quién y el cuándo sirven para mostrar las incapacidades de todos y para ocultar el drama.
Un cordial saludo.