
La primera jornada de la moción de censura que Unidos Podemos le ha puesto al PP (al final habrá segunda sesión) se puede resumir en dos discursos interminables de Irene Montero y Pablo Iglesias rematada por un breve rififafe entre Iglesias y Rajoy. Todo muy previsible excepto la falta de espectáculo. Iglesias se ha quedado solo y ayer lo escenificó a la perfección. Ha conseguido exactamente lo contrario de lo que se proponía. El tacticismo a corto plazo está empezando a suponerle un coste.
Lo verdaderamente deprimente es que los partidos que representan (admitamos pulpo por un rato) a la mayoría de los españoles que NO votaron PP, sean incapaces por decencia de no expulsar a la organización criminal (presunta) que nos gobierna
Con una enumeración de los casos de corrupción peperos, una sucinta relación entre los implicados y la bancada gobernante y una apelación al decoro, hubiesen resuelto lustrosamente las motivaciones. Y con una genérica alabanza al modelo nórdico, hubieran salvado su falta de alternativa. Pero no, Pablo y su amor tenían que dar la tabarra y empacharse con una empanada mental que se nos repitiera a todos. Este es el nivel y los resultados irán acorde.
Un cordial saludo.