
El Índice de Precios al Consumo (IPC) anual de la zona euro se ha aupado en enero de este año en el 0,9%. No es una cifra muy alta, se sitúa aún lejos del límite del 2% que establece como máximo el Banco Central Europeo, pero ha llegado de golpe. En diciembre de 2020, la inflación en Europa estaba en negativo (en el -0,3%) y así llevaba un semestre. En algunos productos de consumo cotidiano se ha registrado una ligera subida de los precios, por lo que muchos se preguntan a qué se debe este repunte. Al parecer se han dado cita varios factores entre ellos el ascenso del precio del petróleo, que supera ya con creces los 60 dólares el barril.
Pero no sólo se debe a eso. El petróleo ya estaba a 60 dólares en 2019 y no se produjo repunte alguno en la inflación. Hay algo más. Se teme, y con razón, que los continuos estímulos monetarios que los Gobiernos de diferentes partes del mundo han ido aprobando a lo largo del último año para combatir la crisis provocada por la pandemia desemboquen en una espiral inflacionaria. Es importante, por lo tanto, abrir este debate ahora que los hechos están ahí y no son meras especulaciones de economistas. En enero, los precios en la zona euro han subido a su ritmo más rápido en cinco años. En Estados Unidos, algunos economistas temen que el estímulo de casi dos billones de dólares que estudia el presidente Joe Biden, y que incluye cheques de 1.400 dólares para la mayoría de los estadounidenses, pueda sobrecalentar la economía una vez que las vacunas permitan que la economía se reactive por completo.
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