
Hace cien años, el 1 de julio de 1921 se fundó el Partido Comunista de China. Tres semanas más tarde celebraron su congreso fundacional en la concesión francesa de Shanghái. Era un partido pequeño y extremadamente marginal que no llegaba al centenar de miembros en aquel momento. Durante años crecería muy lentamente a la sombra del PCUS soviético, pero a partir de 1927, coincidiendo con el estallido de la guerra civil china, los comunistas locales ganaron gran protagonismo. Entre 1931 y 1937 el líder del comunismo chino, acaudillado por un profesor llamado Mao Zedong, proclamó la República Soviética China en los territorios controlados por sus guerrillas.
Tras ello llegó la invasión japonesa que unió a comunistas y nacionalistas en la lucha contra el invasor extranjero. El final de la guerra mundial recrudeció las tensiones internas que desembocaron en la proclamación en octubre de 1949 de la República Popular China. En menos de treinta años este partido, muy minoritario en sus inicios, se hizo con el poder absoluto en la nación más poblada de la Tierra. Desde entonces el partido y la propia China han atravesado infinidad de vicisitudes, pero los comunistas siguen en el poder. El país protagonizó una gran apertura económica en los años 80 y 90, pero esa apertura no alcanzó a la política. Hoy el Partido Comunista de China sigue siendo un partido identificado con el Estado, está marcado por el hermetismo más absoluto y no contempla reforma alguna en su interior.
Bajo el liderazgo del actual secretario general y presidente del país, Xi Jinping, se ha impulsado un culto a la personalidad de resabios maoístas, algo que en estos días de conmemoración del centenario se ha puesto aún más en evidencia. Todo ha estado centrado en torno a su persona, un líder providencial que quiere hacer del país la primera potencia mundial en los próximos veinte años. Está por ver aún que lo consiga.
En La ContraRéplica:
- El ‘chiringuito’ de Toni Cantó
- El efecto Bukele
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