
El 15 de mayo de 2011, sólo una semana antes de las elecciones municipales de aquel año, una manifestación convocada en Madrid por la plataforma Democracia Real Ya que pedía un sistema electoral más justo derivó dos días más tarde en una gran acampada en la Puerta del Sol de Madrid. Nació así lo que en principio se denominó movimiento de los “indignados” y, posteriormente, 15-M por la fecha en la que todo había dado comienzo. La acampada en Madrid no tardó en replicarse en otras capitales de provincia como Barcelona, Sevilla, Málaga, Valencia, Zaragoza, Bilbao o Las Palmas de Gran Canaria. El movimiento decía ser transversal pero no apolítico. Se organizaba de manera asamblearia y pronto empezaron a consensuar programas que calificaban de mínimos. Aquellos programas pedían una regeneración completa del sistema político, un castigo ejemplar a la corrupción política y que no se rescatase a los bancos.
El discurso no tardó en radicalizarse. Pasadas las elecciones las asambleas de las acampadas perdieron buena parte de su público, pero sus demandas se hicieron nítidamente izquierdistas dando lugar a un movimiento que, por sus postulados, no era muy distinto al de la extrema izquierda de la época. Se pedía la nacionalización de la banca, la abolición de la monarquía y el desmontaje completo del sistema político nacido con la Constitución de 1978. Esa fase de un 15-M, ya completamente ideologizado en clave de extrema izquierda, se mantuvo hasta la disolución de las acampadas a mediados de junio.
A corto plazo, a excepción de la extraordinaria atención mediática que concitó el acontecimiento, los efectos del 15-M apenas se dejaron sentir. Las elecciones municipales de ese año las ganó sobradamente el Partido Popular, así como las generales que se celebraron en el mes de noviembre. Pero algo había cambiado, especialmente en la izquierda española, que empezó a buscar legitimación en aquellas caóticas acampadas de la primavera de 2011. Dos años y medio después, en enero de 2014, nacía Podemos, un partido que se decía heredero directo del 11-M, que ha marcado a fuego los últimos siete años de vida política española. Muchos aseguran que esa fue su principal consecuencia, otros, sin embargo, no ven en la operación que alumbró a Podemos más que simple oportunismo.
Vamos hoy a hablar de este tema con Santiago Armesilla, que es politólogo de formación (estudió Ciencias Políticas en la Universidad Complutense, la misma en la que nació Podemos) y escritor. Santiago conoce bien el 15-M por dos razones. La primera porque participó de aquellas movilizaciones y la segunda porque lo ha estudiado a fondo.
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