Cuentan por el mentidero de la Villa que se puso un pisito en la Plaza de España a cargo del ministerio para hacer vida de soltero sesentón estar más cerca del trabajo, que, como vivía tan lejos, en Pozuelo de Alarcón nada menos, no era plan tener que coger un avión cada mañana para ir a Madrid. Se gastó una pasta, 250.000 machacantes antes de las elecciones, un par de detalles de albañilería, unas bajantes y la acometida de aguas. Y, claro, cuando tiene el nidito de amor apartamento montado y operativo, van y le dimiten.
Normal que no se haya ido. Si es que son unos malpensados.
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