
Insulto, bendito insulto
La libertad de expresión incluye la libertad de ofensa. Ofenderse es algo muy subjetivo. El emperador Calígula, por ejemplo, estaba tan azorado con su prematura alopecia que dictaminó que todo aquel que se atreviese a mirar su pelada coronilla fuese condenado a muerte. A Julio César, en cambio, que le mentasen la […]