Aquisgrán en el centro

Tras haber conocido algo más de cerca a los carolingios en esta ContraHistoria el cuerpo nos pide sumergirnos en su capital, la sede de la Corte y de la Escuela Palatina de Carlomagno, la magnífica ciudad de Aquisgrán. Antes de nada vamos a localizarla en el mapa. Aquisgrán está en Alemania, en el Estado federado de Renania del Norte-Westfalia, muy cerca del trifinio en el que confluyen Alemania, Bélgica y los Países Bajos. De hecho, las dos ciudades de cierta entidad más cercanas son Lieja, en Valonia, y Maastricht, en la región holandesa de Limburgo. En Alemania, a mayor distancia hacia el este, se encuentra Colonia.

[amazon_link asins=’8497635493′ template=’ProductAd’ store=’f0279-21′ marketplace=’ES’ link_id=’e985fb0b-443e-43b0-8f42-947edb239777′] Aquisgrán nació como un campamento romano con balneario en el siglo II d.C. Se encontraba relativamente cerca de la Colonia Claudia Ara Agrippinensium, capital de la Renania romana y de la que surgió la actual ciudad de Colonia. De su pasado como balneario conserva el nombre, al menos en lenguas romances como el español (Aquisgrán) o el italiano (Aquisgrana). En ambos casos el recorrido desde su nombre original, Aquae granni, ha sido muy pequeño. En alemán el salto fue mucho mayor, se denomina oficialmente Aachen, aunque en el dialecto local, una variante del francón, la llaman Oche.

Pero volvamos a su historia. En el siglo V los romanos abandonaron la zona y fue ocupada por los francos ripuarios, que levantaron allí un castillo. Siglos más tarde llegó Carlomagno y la convirtió en centro neurálgico de su imperio. El imperio carolingio duró muy poco tiempo, pero su capital adquirió un gran valor simbólico. Durante siglos todos los emperadores del Sacro Imperio Romano fueron coronados en Aquisgrán, desde Otón I en el año 936 hasta Fernando I a mediados del siglo XVI. A partir de ese momento pasaron a ser coronados en Fráncfort.

Aquisgrán tenía el rango de Ciudad Imperial Libre, una dignidad que compartía con otras ochenta ciudades de toda Alemania. Durante la edad media fue una plaza importante. Así lo atestigua, por ejemplo, su catedral, que empezó a construirse en tiempos de Carlomagno y que hoy incorpora varios estilos, aunque el gótico es el predominante. En su interior se encuentra la Capilla Palatina, que en su momento, hace 1.200 años, formó parte del palacio del emperador. Es de planta circular cubierta con una poderosa cúpula octogonal decorada con mosaicos al gusto bizantino. Debajo de la cúpula se encuentra el trono elevado sobre un pequeño altar. En ese trono se coronó a los emperadores de Alemania durante más de seiscientos años.

Capilla Palatina de Aquisgrán. Aunque el palacio de Carlomagno ya no existe, la capilla se conservó y ahora forma la parte central de la catedral. Es de estilo tardorromano con elementos bizantinos tomados de la basílica de San Vital de Rávena (Italia), templo que el emperador visitó personalmente en tres ocasiones.

Aparte del famoso Aachener Dom, la ciudad cuenta con un agradable casco histórico en el que destaca justo enfrente de la catedral el ayuntamiento. Entre ambas se abre una plaza rectangular conocida como Katschof. El ayuntamiento es una joya del gótico civil alemán con tejados de pizarra moteados por pequeños torreones y dos grandes torres a ambos lados. En ese edificio se entrega cada año el premio Carlomagno, que reconoce a políticos e intelectuales que se han significado por su defensa de la unidad de Europa.

Dentro del ayuntamiento se pueden encontrar las joyas de la corona del Sacro Imperio: la corona propiamente dicha, la espada imperial y el orbe imperial, también conocido como globo crucífero que desde tiempos de Carlos I remata la corona real de España. Las de Aquisgrán son réplicas, las originales se custodian en Viena, en el palacio de Hofburg, donde fueron trasladadas por los Habsburgo a finales del siglo XVIII.

Como ciudad balneario que fue desde su fundación, Aquisgrán siempre atrajo visitantes y eso le otorgó cierto aire vacacional y relajado. A su condición de lugar de retiro para la aristocracia y la burguesía alemana del siglo XIX le debe la Elisenbrunnen o fuentes de Elisa y un soberbio teatro de estilo neoclásico. Es, por lo demás, una ciudad muy paseable porque es pequeña (no llega a los 250.000 habitantes) y está llena de jardines y calles peatonales.

También es muy fácil llegar hasta allí. Al estar enclavada en el mismo corazón de Europa, justo a mitad de camino entre el Rin y la costa flamenca del mar del Norte, se puede volar a Colonia, a Düsseldorf, a Bruselas o a Lieja. Desde Colonia hay trenes regionales con gran número de frecuencias diarias. No hay más que entrar a Liligo.es, buscar la combinación aérea con cualquiera de esas ciudades y percatarse de la cantidad de vuelos directos que nos llevan hasta allí. Tal vez no sea una de las ciudades más importantes de Europa, pero es de las mejor comunicadas. Y todo por estar en un cruce de caminos que hace doce siglos Carlomagno supo ver mejor que nadie.

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