
Una de las mayores ofensivas de la Segunda Guerra Mundial (y también una de las menos conocidas por el gran público) llevó el nombre de un general ruso de las guerras napoleónicas: Piotr Ivánovich Bagration, que luchó contra los invasores franceses de la Grande Armée. Siglo y medio más tarde la Unión Soviética de Stalin se encontraba en las mismas, pero invadida por la Alemania de Hitler. Mediante esta gran operación consiguió en solo dos meses llevar el frente de las inmediaciones de Moscú hasta Varsovia. El ejército alemán ya no se recuperaría. Sería la antesala del fin.
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Siendo, como fue, una ofensiva inmensa y exitosa, no es muy recordada ni lo será, pues careció de la épica de la Batalla de Stalingrado, en la que no se contuvo la ofensiva alemana como en Moscú, sino que se les derrotó y se cambió el viento de la victoria. Tampoco la operación Bagration tuvo el simbolismo de la toma de Berlín: revancha, venganza y victoria total. Además, los soviéticos tuvieron todos los ases mientras que los alemanes tuvieron mucho oficio y muchas órdenes estúpidas. El frente alemán estaba agotado y mermado, no tenía unidad de criterio con Hitler sobre qué esperar y cómo afrontarlo, soportaba la pinza del frente occidental y defendía tierra por ellos mancillada, por lo que el éxito soviético, sin estar garantizado, era fruta madura.
El bautizar la operación con el nombre de un general ruso zarista hay que enmarcarlo en el hecho de que los soviéticos estaban embarcados en su segunda Gran Guerra Patria, con el ejército y la población civil en armas, y el nombre era un guiñó a la primera, durante la invasión napoleónica. Pero era Zhúkov el general soviético que se colgaría todas las medallas, las merecidas y las otras, hasta que le faltó tela en la pechera del uniforme donde plantárselas.
Un cordial saludo.