
Han pasado ya seis meses desde que Joe Biden jurase el cargo de presidente de Estados Unidos. Desde entonces ha tenido una frenética actividad exterior, ha viajado por el mundo y se ha reunido con un montón de líderes mundiales. En algunos aspectos la nueva administración está siendo la antítesis de la era Trump. Se ha reincorporado a iniciativas mundiales como el acuerdo de París, ha revitalizado alianzas como la transatlántica y ha prometido la donación de millones de vacunas al tercer mundo. Pero no en todo ha tomado un camino divergente a su antecesor. Las relaciones con China siguen siendo malas. La desconfianza y los recelos mutuos presiden la relación y no parece que eso vaya a cambiar en el medio plazo, probablemente en todo su mandato. Con Rusia, que en tiempos de Trump, el asunto se tranquilizó bastante, la situación se ha tensado ligeramente, aunque aún está por ver que vuelva al enfrentamiento abierto de la época de Obama.
A los cien días de llegar a la presidencia ya se intuía algo así pero ahora, con seis meses, las líneas generales de su política exterior quedan mucho más claras. Biden prometió al jurar el cargo que EEUU estaba de vuelta en el tablero internacional. En cierta medida es cierto, pero sólo en cierta medida. El mundo al que EEUU vuelve en 2021 es algo distinto al que parcialmente abandonó en 2016. Su hegemonía está más comprometida y la capacidad de influencia de la Casa Blanca sobre los grandes asuntos globales se ha visto ligeramente mermada. Vamos a repasar en el programa de hoy cuatro áreas de interés: China, Rusia, Europa y Oriente Medio para hacernos una composición de lugar de la nueva política exterior estadounidense y qué consecuencias podría traer en el futuro.
En La ContraRéplica:
- Certificados de vacunación en los restaurantes
- Racismo institucional
- Primo de Rivera
- El MIR
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