
La semana pasada el Gobierno de Juan Manuel Santos frenó en seco las conversaciones con la guerrilla del ELN después de que la banda volviese a cometer atentados tras una tregua de cien días. El Gobierno y la guerrilla se encontraban reunidos en Quito, donde Santos busca llegar a un acuerdo como el que cerró con las FARC. Pero el ELN se resiste, atentó contra varios objetivos justo antes de que el Papa Francisco pisase el país con el objetivo de ponerse en el centro del foco informativo. Emplean las armas como instrumento de presión ante un Gobierno que ha hecho de la cesión su única opción política y un presidente que está dispuesto a cualquier cosa con tal de pasar a la historia como el hombre que acabó con la guerrilla. Y no parece importarle el precio.
Si estás negociando la impunidad de todos tus crímenes pasados y presentes, no tienes incentivo para dejar de atentar. Si en la negociación, la parte contraria se ha sentado a negociar y quiere ceder porque atentas, lo que tienes son incentivos para atentar. Si en el acuerdo todo son cesiones del contrario, no conoces su límite, que es tu objetivo, por lo que estás incentivado a explorarlo.
Juan Manuel, si tiene límites, desconoce dónde están pues camina por el territorio, oscuro y cenagoso de la inmoralidad, la desaprensión y el cinismo.
Un cordial saludo.