Démosle la vuelta

Vamos a viajar con la imaginación. Imaginemos, por ejemplo, que mañana Telemadrid emite un programa -en clave de humor, claro-, titulado «Soy madrileño, y tu…«. Hasta aquí todo bien. Dentro uno imaginaría encontrarse a un par de chulapos de 70 años bailando un chotis en las Vistillas, a un taxista metido en un atasco quejándose de lo caro que está el gasoil y a la clásica despistada que sale del Metro asegurando que ella, en realidad, no es de Madrid, es de Mondoñedo, pero que aquí se siente como en casa. Pero no, lo que nos encontramos es a unos «referentes de la cultura madrileña» (si es que eso llegase alguna vez a existir) a los que bombardean con preguntas sobre el País Vasco y los vascos (y solo sobre el País Vasco y los vascos). Y en ese punto comenzase una absurda retahíla de insultos y menosprecios gratuitos que ni siquiera responden a una ofensa previa.

Que estos «referentes» dijesen, por ejemplo, que los vascos «culturalmente están atrasados«, que son «unos paletos«, que al verlos les «viene la imagen de un cateto«, que son «ignorantes«, que «les dan ganas de vomitar, sienten que les da cagalera y apagan la tele» al escuchar el Eusko Abendaren Ereserkia, que al inquirirles por la ikurriña responden «ostras qué asco me da esa bandera, es asquerosa”, que «Euskadi eligió ese nombre porque el de Mongolia ya estaba cogido«, que al pensar en un vasco asaltan su cabeza «cuatro prototipos: el carlista, el gañán de caserío, la etarra, y el jesuita progre que se quedó en el 68″, que cuando «escuchan la palabra Euskadi sienten trauma, opresión, tiros en la nuca y coches bomba«.

Imaginemos que esto hubiese ocurrido. Pues lo ha hecho, pero al revés. En clave de humor, eso sí, que conste en acta. Y ya me duele porque por el País Vasco siento auténtica debilidad, de hecho, quizá por eso me duele más. Pero el humor no es eso. El humor consiste en crear un conflicto, un absurdo, una transgresión, que nuestro cerebro resuelve provocando la risa. Por eso los chistes de curas eran muy graciosos en los años 50 y hoy ni fu ni fa. Humor sería, por ejemplo, ver a toda esta tropa bromear sobre los totems sagrados del nacionalismo vasco. Pero a eso no se atreven. Faltaría más. Nadie muerde la mano que le da de comer.

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