Despedida con estímulo

Donald Trump, a quien le quedan ya apenas veinte días en la Casa Blanca, firmó este domingo un ambicioso plan de estímulo económico contra la crisis provocada por la covid-19. La realidad es que no quería dar su brazo a torcer. Hace sólo una semana lo estaba criticando porque le parecía que las ayudas aprobadas eran “ridículamente bajas”, mientras se derrochaba en otros capítulos. Pero el plan había sido ya aprobado por el Congreso. Recibió el apoyo tanto de los demócratas como de los republicanos de ambas cámaras.

El plan de estímulo en cuestión está valorado en 900.000 millones de dólares (unos 730.000 millones de euros) y abarca tanto fondos dirigidos a ayudar a gente que esté en apuros por la crisis, como dinero fresco para la administración entrante, que se frota las manos porque podrán empezar a gastar desde el primer día sin que les pidan cuentas y sin tener que reducir un centavo los gastos federales. Para Trump este plan de estímulo era una suerte de trampa saducea. Hiciese lo que hiciese iba a encontrarse con problemas; ya con sus votantes, ya con su partido, ya con la prensa que le estaba presionando y acusándole de ser un niño malcriado con una rabieta. Para los demócratas es una victoria que les ha permitido humillar a Trump solo unas semanas antes de despedirse.

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