
Donald Trump calienta motores para las elecciones de noviembre. Ya está en campaña y no quiere dejar ni un solo cabo suelto que le inoportune en el peor momento. Llega, además, a la cita electoral sin haber cumplido una de sus promesas estrella de las pasadas elecciones: el muro con México que iban a pagar los propios mexicanos. Lo cierto es que no le va a hacer falta ya que ha conseguido poner al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a su servicio en los dos temas que le interesan de aquel país: la inmigración ilegal y el narcotráfico.
En ambos apartados la colaboración de Obrador puede calificarse como ejemplar. En el frente migratorio ha detenido la enésima caravana que subía desde Guatemala y que trataba de franquear el río Suchiate, un obstáculo que hasta hace no mucho se sorteaba sin demasiado esfuerzo. En la lucha contra el narco el fiscal general William Barr visitó México la semana pasada para presionar a su Gobierno y pedir más control y más extradiciones. Hace sólo un año, cuando Obrador llegó al poder con un programa de izquierdas y anti imperialista, nadie hubiese dicho que se iba a convertir en el socio internacional más fiable del denostado Trump.
En La ContraRéplica:
- Nominaciones a los Oscar con poca diversidad
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