
Sucedió hace seis días. El jueves pasado el Gobierno ecuatoriano presidido por Lenín Moreno decretó el estado de excepción ante las protestas desatadas por la subida del precio del combustible. La medida se aplicará durante un mes y persigue tranquilizar los ánimos prohibiendo, entre otras cosas, las manifestaciones callejeras. Pero, casi una semana después no ha conseguido su objetivo, las movilizaciones sindicales e indígenas han continuado, por lo que el presidente ha decidido trasladar temporalmente la capital de Quito a la ciudad costera de Guayaquil.
Pero de nada ha servido, el movimiento indígena ha cobrado una fuerza inusitada y se registran incidentes violentos por todo el país. Las razones inmediatas de esta erupción de descontento hay que buscarlas en el plan de ajuste presentado por Moreno para enderezar el rumbo de la alicaída economía ecuatoriana. Pero la causa última es el experimento llevado a cabo por Rafael Correa, que disparó el gasto y el endeudamiento hasta límites inasumibles que no podían sostenerse mucho más en el tiempo.
En La ContraRéplica:
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