El desastre petrolero venezolano

Venezuela vive de vender petróleo en el extranjero. En 2015 el 93% de sus exportaciones eran crudo y sus derivados. Visto así, lo suyo es que los venezolanos cuidasen de ese monocultivo como de su vida misma. Pero no, en la última década han hecho exactamente lo contrario. El pico de producción venezolana de petróleo ocurrió en 1998, justo el año en que Hugo Chávez llegó al poder. Ese año la estatal PDVSA extrajo 3,5 millones de barriles, una cantidad apreciable que colocaba al país entre los principales productores mundiales.

A partir de ahí la cosa empezó a ir hacia abajo y no ha vuelto a recuperarse. En 2002, con motivo del paro petrolero que coincidió con el golpe del mes de abril, el Gobierno despidió a 20.000 empleados de PDVSA y los sustituyó por gente afín al régimen que en aquel entonces estaba empezando a cimentarse sobre la obediencia ciega. Los despidos a veces se realizaban en directo y por televisión. Chávez leía los nombres y después de llamarles «PDvagos» les comunicaba su despido fulminante. Esta decisión arbitraria sacó del sector a miles de trabajadores cualificados que tuvieron que buscarse la vida por el mundo. Algunos recalaron en España y hoy trabajan en petroleras españolas como Repsol o Cepsa, otros se fueron a Estados Unidos o a los países del golfo Pérsico.

En principio, y como el precio internacional del crudo no hacía más que subir, nadie notó la diferencia. PDVSA producía menos pero vendía mucho más caro. La bonanza petrolera diluía de este modo los errores políticos. A mediados de la década el precio del petróleo estaba disparado. Esto ocasionó que ciertos tipos de crudo que antes no se extraían porque era muy caro desarrollar las tecnologías para hacerlo empezaron a ser interesantes. La mayor parte de las reservas probadas de crudo venezolano están en la llamada faja del Orinoco y son del tipo extra pesado. Un petróleo difícil de extraer y de refinar, pero con el barril por encima de los 100 dólares no importaba, todo el mundo estaba dispuesto a invertir en ello.

PDVSA carecía del capital y los conocimientos para acometer la explotación en la faja del Orinoco. Chávez llamó entonces a las principales petroleras del mundo para que invirtiesen en los nuevos pozos venezolanos. A cambio se llevarían su parte del pastel. Al llamado acudieron empresas como Exxon, Chevron o Total. La industria petrolera es muy intensiva en capital. Para ganar se requiere gastar antes mucho en ingeniería e innovación. De esta manera, si el petróleo sube las empresas recuperan lo invertido y pueden llegar a hacer muchísimo dinero. Pero si baja todos esos beneficios millonarios se transmutan en pérdidas, millonarias también.

Hasta aquí todo perfecto. Las multinacionales ganaban porque podían acceder a nuevas reservas y el Gobierno venezolano también porque del petróleo extraído por esas multinacionales se llevaría sus regalías correspondientes. En ese momento Chávez cambió las reglas del juego para dar mayor protagonismo a PDVSA. Algunas empresas como Total o Chevron aceptaron, otras (ExxonMobil y ConocoPhillips) rechazaron el acuerdo. El régimen bolivariano no se lo tomó bien y expropió sus activos en Venezuela. Tanto Exxon como Conoco recurrieron al Banco Mundial para que arbitrase en el conflicto. El asunto todavía no se ha cerrado porque, aunque el Banco Mundial ha fallado a favor de las petroleras, Caracas sigue litigando para no tener que pagar la indemnización.

Entretanto la producción petrolera venezolana descendía cada año. Hasta finales de 2014, momento en el que se produce un acusado bajón en la cotización internacional del crudo, el Gobierno (tanto el de Chávez como el de Maduro) fueron trampeando. Su producción bajaba, pero el precio se mantenía alto, tanto que permitía expandir los derroches bolivarianos casi sin límite. Entonces se produjo lo inesperado. El mercado empezó a pagar menos por el petróleo. Pensaron al principio que era algo temporal, como lo de 2009, que más pronto que tarde todo se reajustaría de nuevo. Pero no lo hizo.

En la gráfica se puede ver la evolución del precio (a la derecha) y la de la producción (a la izquierda). El desastre se ha consumado.

 

2 Comments

  1. Venezuela puede tener las reservas más grandes del oro negro en el mundo; pero lo que usan ese argumento no han querido entender que el petróleo que hay en Venezuela es del tipo pesado/extra pesado según los grados API. Esto quiere decir que todo el procedimiento desde extraerlo hasta sacarle derivados tienen que ser procesos modernos y en constante innovación; cosa que la empresa PDVSA tiene tiempo que no hace. No por nada los derrames petroleros y tragedias en las refinerías no tienen culpables, pero si víctimas

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