
Faltan aún siete semanas para las elecciones generales del próximo 23 de julio, pero por el ambiente que se respira diríase que faltan sólo siete días. Pedro Sánchez y su partido saben que es mucho lo que se juegan y que parten como perdedores, pero no se resignan a abandonar el poder sin presentar pelea. A diferencia de lo que sucedió hace doce años, cuando José Luis Rodríguez Zapatero convocó generales tras el fracaso en las municipales renunciando a presentarse, ahora Pedro Sánchez quiere permanecer en el Palacio de la Moncloa otros cuatro años más. Para ello ha diseñado una campaña muy agresiva y frentista que dio comienzo la semana pasada con un vídeo en las redes sociales, en el que sacaban del baúl de los recuerdos acontecimientos de hace más de veinte años para acusar al PP de mentir.
Podría pensarse que ese vídeo y el tono general de las declaraciones públicas de los mandamases socialistas es ir contra el Partido Popular, que encabeza las encuestas desde hace meses y cuya distancia no ha hecho más que consolidarse tras las elecciones del pasado 28 de mayo. Pero no, difícilmente los votantes del PP se van a pasar al PSOE, menos aún los de VOX. Esta campaña está dirigida a arrebatar votos a la extrema izquierda encarnada en Podemos y en el recién nacido Sumar de Yolanda Díaz. Aquí Sánchez ha tenido que improvisar sobre la marcha. La plataforma de Yolanda Díaz nació hace un par de meses auspiciada en buena medida por los propios socialistas, que pusieron todo de su parte para liquidar a Podemos de una vez por todas y que así parte de su electorado se transfiriese a la vicepresidenta, una mujer en plena sintonía con Sánchez con quien luego el PSOE podría pactar otro Gobierno de coalición.
Esa operación parece haber tocado a su fin. Sánchez necesita todos los votos propios más los que obtuvo Podemos y la miríada de partidos a la izquierda del PSOE. De otro modo no podrá plantearse gobernar ya que la distancia que le separa del PP no hace más que incrementarse. Lucha contra la base electoral de la extrema izquierda, un espacio político que en España ha tenido representación parlamentaria desde la Transición, y también contra la abstención que, a su juicio, ha castigado especialmente a la izquierda en los comicios municipales. Sobre ese presupuesto de partida quiere conformar algo parecido a un frente popular, pero con el PSOE como único partido y Sánchez como único candidato.
Para que la maniobra salga necesita radicalizarse, comer terreno a Podemos en el ámbito discursivo, radicalizar el mensaje y apelar al voto útil del votante de izquierdas que, por diversas razones, se quedó en casa en las municipales. Pero la estrategia de la confrontación, el miedo a la derecha y la alerta antifacista puede salir a la inversa de como la conciben en la Moncloa, ya que otras veces que se ha intentado no ha salido. Por lo que hemos visto en los sondeos de intención de voto al PSOE no le queda otra opción que apelar a la épica izquierdista y mantener la tensión durante el mes y medio de campaña en la que ya estamos inmersos, más aún cuando en el PP están apostando por el voto de la moderación y la estabilidad.
Para hablar de este tema vuelve a La ContraCrónica Rubén Arranz, del diario Voz Pópuli, que se ha puesto en modo de campaña y, para su sorpresa, va hasta arriba de trabajo mes y medio antes de que dé comienzo la campaña propiamente dicha.
Y el PP dice que derogará la ley Trans, Trons, Truns, la ley de Memoria, la ley Laboral, la ley de Vivienda, la ley de Pensiones, el Ministerio de Igualdaz (la z va a propósito), la ley de la Gravedad, la ley de Ohm, la ley Sálica, la ley Germánica, la ley de…