Cuatro días en Jerusalén

Entre el 25 y el 28 de mayo Alberto Garín y yo organizamos el tercer contraviaje. El primero lo hicimos a Córdoba hace ya más de un año y fue un éxito tanto de público como de crítica. Eso nos animó para decidirnos por un segundo meses más tarde, ya a finales de octubre, la ciudad elegida fue Zamora. La idea era en otoño salir de España y visitar el sur de Francia, las ciudades de Nimes y Aviñón concretamente, pero fue imposible, de ahí que improvisamos sobre la marcha y nos decantamos por Zamora, que es una joya románica a poco más de una hora de Madrid por la línea de alta velocidad. Prometimos a los contraescuchas que el siguiente sería a Jerusalén y como nos gusta cumplir nuestras promesas en febrero lo anuncié sólo para patronos. Se llenó casi en el acto. Un día después ya había lista de espera, de modo que partíamos con el listón muy alto, tanto por los dos viajes anteriores como por el hecho de que este de Jerusalén era el viaje más demandado.

No sería aventurado decir que los contraviajes se concibieron para ir a Jerusalén. Este fue el primer destino del que hablamos Sergio Lacasa, de En Grupo Viajes, y yo en nuestra primera reunión a finales de 2021. Pero se trataba de un viaje largo y con infinidad de complicaciones logísticas así que nos inclinamos por hacer una prueba en España escogiendo un destino atractivo como la ciudad de Córdoba. Salió a pedir de boca, pero se nos echaba el mal tiempo encima, nos fuimos a Zamora y, a la vuelta, ya no había excusas para no ir a Jerusalén. Yo había estado en esta ciudad hace unos años, esa era toda mi relación con Jerusalén, un puñado de visitas rápidas para pasear por sus calles y acercarme a lo principal. Eso ponía sobre los hombros de Alberto toda la carga porque para Alberto Jerusalén no es una ciudad cualquiera, es la ciudad que más le gusta del mundo, más incluso que Vegas de Matute. Alberto residió en Jerusalén hace unos años y la conoce a fondo, se pasea por sus callejas con gran soltura y sabe todos sus secretos. Conocer Jerusalén de la mano de Alberto era un privilegio y eso los contraescuchas lo descontaron, por eso reservaron tan rápido para no quedarse sin plaza

Fue él quien elaboró con gran cuidado el programa de visitas. Su enemigo era el tiempo. El viaje no podía durar más de cuatro días. En cuatro días había que ir y volver a Tel Aviv (cinco horas por trayecto desde Madrid más sus preceptivas esperas y trámites aeroportuarios), desplazarse hasta Jerusalén y, una vez allí, recorrer una ciudad que asombra al visitante a cada paso. No sé cómo, pero Alberto se las apañó para meter también una visita a la basílica de la Natividad en Belén, otra a la fortaleza de Masada con parada, fonda y baño en el mar Muerto y otra más a un palacio Omeya en Jericó, ya en los territorios palestinos. El precio a pagar fueron unos madrugones que, como canta el romancero, al buen rey ponen espanto. Tuvimos que levantarnos a las 5:30 de la mañana y a las 6 estar listos para caminar sin tregua durante todo el día siguiendo las explicaciones de Alberto y de un guía local llamado Néstor Feller, un israelí de origen argentino que hizo un trabajo excepcional. Néstor, dicho sea de paso, es contraescucha, uno de los muchos que hay allende los mares. En líneas generales nos acompañó el buen tiempo aunque, como era previsible, en el desierto de Judea había unos agradabilísimos 38ºC que invitaban a disfrutar de la vida. El último día Jerusalén nos despidió con una lluvia fina y refrescante que remojó nuestra visita al museo de la ciudad y al dedicado a los manuscritos del Qumran.

Como en los dos viajes anteriores el ambiente ha sido magnífico, muchos de los participantes ya habían viajado con nosotros y se conocían entre ellos. Otros eran nuevos, pero no tardaron ni media hora en integrarse en el grupo. Cuando digo que tengo la mejor audiencia de la radio en español no es un eslogan publicitario, es una realidad. Organizar un viaje a un lugar tan lejano con 50 personas de todas las edades no es tarea fácil, hacer que madruguen como si fueran a bombardear Madrid dentro de diez minutos complica aún más las cosas. A que todo saliese bien contribuyó el buen hacer de la agencia En Grupo Viajes, pero también el espíritu contraescucha. Caminamos como benditos, vimos muchas cosas, nos enteramos de otras tantas y además nos reímos bastante. Ya de vuelta en el avión mientras cruzábamos el mar Mediterráneo de extremo a extremo algunos participantes nos preguntaron adonde iremos después. La respuesta aún no la sabemos pero hay varias bolas en el bombo, todas con premio. Hemos pensado en Turquía, también en Lisboa y Alberto, que es un enreda, me quiere llevar a la comarca del Bierzo, lo que me obligaría a meterme en el campo para ver de cerca las minas romanas de las Médulas a las que dedicamos una ContraHistoria hace tiempo. En fin, como dijo aquel ciego, ya veremos.

El viaje nos ha dejado a todos una gran colección de recuerdos que, en la medida de los posible, todos hemos intentado inmortalizar con fotografías y vídeos. Me llevé mis tres cámaras y anduve los cuatro días dando la paliza con ellas para mortificación de Garín. De ahí han salido siete vídeos que permitirán a los que no fueron ver de cerca todo lo que se han perdido. Los que estuvieron podrán rememorar el viaje. También tomé algunas fotos, pero en eso es difícil competir con la proliferación de teléfonos móviles. Gracias a eso he podido hacer una galería muy completa de 30 fotos que puede encontrar más abajo junto a los vídeos.

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