El gran sablazo de la resiliencia

Con eufemismos como recuperación, transformación y resiliencia el Gobierno presidido por Pedro Sánchez se dispone a aplicar una de las mayores subidas de impuestos de toda la historia de España. Lo ha estado ocultando durante más de un mes con intereses electoralistas para que el plan no complicase aún más las cosas a Ángel Gabilondo y, por extensión, al bloque de izquierda. De nada sirvió porque Gabilondo fue derrotado y, al día siguiente, al Gobierno ya no le quedó más remedio que presentar oficialmente el documento remitido a Bruselas para que se liberen los fondos europeos de Next Generation EU que vienen dotados de más de 70.000 millones de euros a fondo perdido y otros 70.000 millones en forma de crédito blando.

Hay impuestos para todos los gustos y, naturalmente, para todos los bolsillos. Serán un total de siete los que suban, a lo que habría que sumar otras subidas encubiertas como el fin de los beneficios fiscales que trae la tributación conjunta del IRPF. A lo largo de los dos próximos años se implantarán nuevos impuestos como el de los billetes de avión, el de los plásticos y residuos, el que grava los gases fluorados (empleados como refrigerante en aparatos de aire acondicionado y frigoríficos), y una nueva tasa por circular por las autovías. Otros ya existentes se incrementarán como los de circulación y matriculación de vehículos, el impuesto especial al gasóleo. Por último, el Gobierno pretende recentralizar algunos impuestos como los de patrimonio y sucesiones, actualmente transferidos a las comunidades autónomas.

Todos estos impuestos, como vemos, recaen mayormente sobre las clases medias y bajas que son, en definitiva, quienes costearán una expansión de gasto político sin precedentes en un momento en el que la economía se encuentra en la UCI.

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