
El próximo 6 de noviembre se celebran elecciones legislativas en Estados Unidos. Son las famosas elecciones de medio mandato porque caen dos años después de las presidenciales. Se renovará toda la cámara de representantes y un tercio del Senado. Habrá también elecciones a gobernador en 39 Estados, algunos de primera fila como California, Illinois, Nueva York o Florida.
Toda una prueba de fuego para el presidente Trump, que gobierna plácidamente con una cómoda mayoría en la cámara baja y otra no tan cómoda pero suficiente en el Senado. El Partido Demócrata, que concluye ahora sus primarias, va a por todas. No quiere dejar un solo fleco suelto y para ello ha reelaborado su mensaje en un tono más izquierdista, ha apartado a Hillary y ha requerido los servicios de Barack Obama, que hace unos días dio el pistoletazo de salida durante el funeral del senador republicano John McCain.
Los demócratas confían en que Barack, como el Cid, sea capaz de ganar una batalla más pese a haber fallecido políticamente la noche electoral en la que los votantes prefirieron a Donaldo antes que a su legado. Aquella jornada supuso el auge de un personaje histriónico y la caída del sueño de implantar una socialdemocracia de corte europeo en los EE.UU. Y Barack algo debe sospechar porque la lección que recibió por parte de Donaldo, ese Donaldo al que humilló impíamente, ha sido meridiana y precisa.
Un cordial saludo.