Israel señala el camino

Muchos advirtieron en diciembre que, tras las fiestas de Navidad, se desataría con furia la tercera ola de covid-19 y así ha sido. Por más que carguen todas las culpas en la hostelería, lo cierto es que, según se extrae de varios estudios y del propio sentido común, donde más contagios se producen es en el ámbito familiar. Las navidades son una fiesta familiar, son, de hecho, la fiesta familiar por antonomasia. Para mitigar en lo posible las posibilidades de contagio, las autoridades implantaron restricciones, pero no se impidió por completo que las familias se reuniesen, algo que por lo demás es bastante complicado. Si alguien quiere ir a ver a su madre o a su hermano lo hace y ya se las apañará para burlar la restricción en el caso de que ésta exista.

El resultado es que los hospitales de medio mundo están de nuevo sometidos a una presión tremenda. Da igual donde miremos: Londres, Berlín, Los Ángeles o Madrid, el sistema sanitario está otra vez bajo asedio. En España se han vuelto a montar hospitales de emergencia, algunos realmente grandes como el de Valencia. Esto ya de paso ha reivindicado política y personalmente a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que ordenó construir durante el verano un nuevo hospital junto al aeropuerto de Barajas en previsión de que esto empeorase. Le llamaron de todo menos guapa y aseguraron que ese hospital era caro e innecesario. Caro quizás, innecesario no. En una ciudad que crece como Madrid un nuevo hospital nunca está de más y los hechos están ahí para corroborarlo.

Evidentemente, de esto no saldremos sólo con nuevos hospitales. Vamos a necesitar algo más, vamos a necesitar vacunarnos. En eso todos (o casi) estamos de acuerdo. La pregunta es cuánto tiempo necesitaremos para alcanzar la ansiada inmunidad de grupo. Las vacunas reducen los ingresos hospitalarios y los fallecimientos por dos vías: por un lado, protegen directamente a los ya vacunados evitando que se contagien y, por otro, protegen indirectamente a los no vacunados, porque los que ya lo están no se contagiaran y tampoco transmitirán la enfermedad.

Esta enfermedad concreta se ceba con los mayores de 70 años, más o menos el 80% de los fallecimientos son de personas mayores de esa edad, por lo que hay que empezar a vacunar por ellos

Este efecto combinado solo se da si la vacunación es masiva. Para alcanzar la inmunidad de grupo se requiere que aproximadamente un 70% de la población esté ya inmunizada, pero antes de llegar a eso las cifras de nuevos contagios se ralentizan sensiblemente. Esta enfermedad concreta se ceba con los mayores de 70 años, más o menos el 80% de los fallecimientos son de personas mayores de esa edad, por lo que hay que empezar a vacunar por ellos, que es exactamente lo que se está haciendo, junto a los profesionales sanitarios, convertidos en la carne de cañón de todas las epidemias. Una vez ese primer grupo queda inmunizado la presión sobre los hospitales disminuirá sustancialmente porque son ellos los que más cuidados precisan dejando espacio y recursos para atender mejor a los pacientes más jóvenes.

En Israel, el país donde la vacunación está más avanzada, ya se están empezando a ver resultados. Allí se empezó a vacunar el 19 de diciembre, un mes después, el 19 de enero, ya se había administrado la primera dosis al 26% de sus nueve millones de habitantes, la mayor parte de ellos mayores de 60 años, el 1 de febrero eran ya el 59% y el 10 de febrero el 69,5%. Todavía es pronto para sacar conclusiones porque, aunque el número de contagios ha bajado ligeramente -han pasado de 83.000 casos activos el 17 de enero a 64.500 el 11 de febrero- es muy poco tiempo como para apreciar una tendencia clara. Respecto a los ingresos hospitalarios, es aún más complicado de cuantificar debido a dos variables: por un lado, el semiconfinamiento del país, lo que tiende a reducir la tasa de contagio y, por otro, la rápida propagación del linaje británico, una variante del virus mucho más contagiosa, por lo que la tasa de contagio se ha disparado tanto en Israel como en Europa y Norteamérica, donde esta variante lleva semanas haciendo de las suyas.

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Aún así, en Israel la presión hospitalaria decae desde hace una semana. Si echamos el reloj hacia atrás comprobamos que el día 2 de enero en Israel ya habían administrado la primera dosis al 40% de los mayores de 70. A partir de ese día siguieron aumentando las hospitalizaciones, pero a un ritmo menor entre los mayores de 70 y a un ritmo mayor entre los menores de 70, cuya tasa de vacunación era más baja. Conforme a los datos que manejan los especialistas del Instituto Weizmann de Ciencias se estima que a principios de marzo el número de fallecimientos por covid habrá disminuido ya de un modo apreciable.

La situación ahora mismo es de extrema gravedad. El pasado día 20 se batió el récord de fallecidos en un día (101). En la primera ola estaba entre 12 y 13 diarios, en la segunda entre 30 y 40, en la tercera varios días ha superado los 70 porque el número de nuevos contagios diarios también está siendo mucho mayor. El Gobierno de Benjamin Netanyahu está poniendo toda la carne en el asador. Previó con tiempo la compra de vacunas y ha creado una serie de protocolos de vacunación que han permitido que a día 27 de enero la mitad de los habitantes del país hayan recibido la primera dosis. Todo un logro que debería servir de inspiración a los Gobiernos europeos, paralizados por la imprevisión y enfangados en trámites burocráticos.

Mucho van a tener que apurar el paso los líderes europeos paso si, como decían hace sólo un mes, pretenden alcanzar la inmunidad de grupo para este verano

Para finales de febrero los israelíes esperan dar por concluida la primera fase de vacunación con el 80% de los adultos vacunados. El 20% restante serían los que no pueden recibir la vacuna por prescripción médica y los que la rechazan. Quedan también los niños. Aún no se ha aprobado ninguna vacuna para uso infantil. Esta enfermedad no parece ser muy grave en los niños, pero contraerla la contraen y, por lo tanto, la contagian. Esto podría traer aparejados nuevos brotes en el futuro, aunque con la población adulta ya inmunizada no serían tan graves como los que padecimos en 2020 y en lo que va de 2021.

Los laboratorios están trabajando en una vacuna para niños, pero no se la espera antes de agosto o septiembre. Entretanto hemos de apañarnos con las nueve que hay disponibles a escala global. En Europa son sólo dos, Pfizer y Moderna, con la tercera, la de AstraZeneca, aprobada el pasado día 29 de enero y que ha sido de disputa entre la empresa y la Comisión Europea. Mucho van a tener que apurar el paso los líderes europeos paso si, como decían hace sólo un mes, pretenden alcanzar la inmunidad de grupo para este verano.

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