La conquista del polo sur

La Antártida fue un continente completamente desconocido hasta que los primeros navegantes españoles y holandeses empezaron a intuir su existencia en el siglo XVII. No sería hasta finales del XVIII cuando se empezase tímidamente a cartografiar sus costas y hubo que esperar hasta el siglo XIX para que se acariciase la idea de conquistarlo y de extraer todos sus secretos. Lo que había llevado tantos siglos culminó en una carrera frenética de apenas diez años cuya guinda la puso el noruego Roald Amundsen en 1911. Su rival, el británico Robert Falcon Scott, llegó sólo un mes después, pero ya era tarde para todo, incluso para regresar con vida. Esta la fascinante historia de la conquista de la Antártida, el más lejano, remoto e inhóspito de todos los continentes.

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1 Comment

  1. Los lugares en los que no es posible la vida humana, más allá de una visita o ligada a un suministro constante de sustento y voluntad, se convierten en desafíos para individuos concretos y en logros para la humanidad en su conjunto. El implacable páramo que actualmente nos espolea, se llama Marte, pero hubo un tiempo en el que la fiebre apuntaba al sur. Amundsen fue el primero en llegar tras una expedición osada, afortunada y algo taimada que resultó exitosa pero para siempre ligada a la derrotada expedición de Scott, que fue un dechado de valor, sacrificio y frustración… sobrecogedor. Roald le privó de la gloria a Robert Falcon, no del reconocimiento a su denuedo, así como le arrebató su anhelo de inaugurar el boscaje de banderas nacionales. Se ha ensalzado tanto la epopeya británica y se ha recriminado tanto la pillería noruega que pareciera que a Scott no le mató la Antártida y que Amundsen obtuvo algo que no le pertenecía. Hoy, mientras los científicos auguran que la Antártida acabará siendo habitable, la humanidad pone sus retos de pionero fuera del planeta, retos que deberán rubricar hombres con el mismo corazón que demostraron tener aquel intrépido noruego y aquel porfiado inglés.
    Un cordial saludo.

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