
El Gobierno anunció ayer que a partir de enero subirá el precio del gasóleo. Era algo que ya sabíamos porque la ministra del ramo, María Jesús Montero, lo advirtió hace un mes. Con esta subida, que se estima en unos 10 céntimos por litro, pretenden recaudar 2.000 millones de euros extraordinarios, que ya serán algunos menos, pero esto del diesel va más allá de la mera fiscalidad.
El Gobierno ha declarado la guerra a este combustible que es muy popular. Mueve a más de la mitad de los 32 millones de vehículos que circulan por España. Arguyen que tiene ventajas fiscales y, sobre todo, que es un carburante muy sucio, con un alto nivel de emisiones. La ministra de Medio Ambiente le condenó con un sentencioso «el diesel tiene los días contados». ¿Por qué tanta animosidad al combustible de automoción más empleado del país?
Cuando el gobierno decide subir un impuesto podemos garantizar que los tributarios seremos millones de euros más pobres y que pese a ello el Estado seguirá endeudado y endeudándose con el aval de los tributarios. En este caso el empobrecimiento será directo para los consumidores de diesel e indirecto para los consumidores de productos que precisan diesel en algún punto de su cadena de producción-distribución. La justificación para más expolio y para una nueva distorsión del mercado es…irrelevante, la paz mundial, el medio ambiente, los niños con hambre, una sociedad más justa, el empoderamiento… qué más da, ni es cierto, ni se va a solucionar con la confiscación ni va a evitar futuros rejonazos fiscales por los mismo, o exáctamente los contrarios, motivos. El gobierno precisa dinero y puede arrebatárnoslo, tan solo precisa una excusa zafia para que todos analicemos la conveniencia en vez del abuso.
Un cordial saludo.