La «inmunidad» sueca

Hace un mes, cuando la crisis sanitaria se expandía a gran velocidad por Europa, Suecia copó todas las portadas de los periódicos porque su Gobierno, presidido por el socialdemócrata Stefan Löfven, decidió adoptar un enfoque distinto. Apostó, como Boris Johnson durante los primeros días, por la llamada «inmunidad de grupo». En consecuencia, no se decretó confinamiento alguno, las escuelas permanecieron abiertas así como los restaurantes, los bares, los gimnasios y la mayor parte de lugares de ocio. A todo lo más que llegó Löfven fue a pedir distanciamiento social, prohibió las concentraciones de más de 50 personas y rogó a los mayores que se recluyesen en sus domicilios.

No todos eran de la misma opinión. El Riksdag (el parlamento sueco) pidió a primeros de abril que se endureciesen las medidas porque los casos detectados y, sobre todo, las muertes aumentaban de un modo vertiginoso. A día de hoy Suecia suma ya 14.500 casos y cerca de 1.600 fallecidos, lo que arroja una tasa de 152 muertos por millón de habitantes, cinco veces superior a la de Noruega, un país con el que comparte 1.600 kilómetros de frontera y que enfrentó la crisis de una manera muy distinta. Es todavía pronto para hacer balance de la efectividad del llamado «modelo sueco», pero los primeros resultados prácticos indican que no es tan efectivo como parecía al principio.

En La ContraRéplica:

Ruedas de prensa que parecen mítines
– China y su semimonopolio en la industria electrónica
– El «lapsus» del jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil
Perroflautés en La ContraCrónica

https://diazvillanueva.com/apoya-la-contra/

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