La invasión de la URSS

En el verano de 1941 el Tercer Reich dio comienzo a la invasión de la Unión Soviética. La ofensiva recibió el nombre en clave de Operación Barbarroja en homenaje al emperador Federico I de Hohenstaufen, más conocido como Barbarroja, con quien el el Sacro Imperio Romano Germánico alcanzó su cénit en el siglo XII. Toda una premonición, porque Federico, si bien consiguió reunificar y fortalecer el imperio, también murió ahogado en un río de Anatolia durante la última de sus campañas, la tercera cruzada, cuando se dirigía a retomar Jerusalén en compañía de Ricardo “corazón de león”. Los alemanes esta vez no querían recuperar Tierra Santa, sino acabar con la URSS, ocupar su territorio y convertirlo en “espacio vital” para que los colonos alemanes pudiesen asentarse. Eso en el largo plazo, en el corto necesitaban mano de obra esclava para sus fábricas, recursos agrícolas y las reservas petrolíferas y minerales que atesoraba el país de los soviets.

Pero antes había que conquistarlo. La planificación comenzó un año antes, en julio de 1940 en plena batalla de Inglaterra bajo el nombre en clave de Operación Otto. Concluyeron que, dado el tamaño de la URSS y la longitud del frente, necesitarían una fuerza de choque gigantesca. Para la primavera de 1941 los preparativos ya estaban muy avanzados. Alemania trasladó a los casi tres mil kilómetros de frontera oriental del Reich más de tres millones de efectivos distribuidos en un centenar de divisiones de infantería, 3.500 acorazados, 3.000 aviones y 15.000 piezas de artillería. Era la mayor fuerza de invasión de toda la historia de la guerra.

La operación abrió el que luego se convertiría en el frente oriental, un frente en el que habría de comprometer más fuerzas que en cualquier otro teatro de operaciones. A la operación Barbarroja le seguirían algunas de las batallas más grandes de la guerra, las peores atrocidades y el mayor número de bajas, tanto para las fuerzas soviéticas como para las del Eje. El ejército alemán, valiéndose del factor sorpresa y de la rapidez de a blitzkrieg empezó con buen pie la campaña capturaron a millones de soldados soviéticos a quienes esclavizó después en campos de concentración, pero tres meses más tarde, ya a principios del otoño la meteorología se les volvió en contra cuando se encontraban a apenas 50 kilómetros de Moscú. A partir de ahí ya no consiguieron levantar cabeza y comenzó un lento repliegue que no concluiría hasta 1944.

El fracaso de la Operación Barbarroja revirtió la suerte del Tercer Reich. Las fuerzas alemanas consiguieron algunas victorias y ocuparon algunas regiones importantes de la URSS como Ucrania, pero la resistencia soviética no se vino abajo como había sucedido en Polonia o en Francia. Las reservas humanas y materiales con las que Stalin contaba eran mucho mayores de lo que los alemanes habían estimado en un primer momento. La contraofensiva de invierno soviética les hizo retroceder unos 250 kilómetros y les alejó para siempre de la capital. En ese punto la ofensiva se transformó en una guerra de desgaste para la que la Wehrmacht no estaba preparada. Nunca pudieron recuperar la iniciativa en el frente oriental. La estepa rusa, como había sucedido siglo y medio antes con la Grande Armée de Napoleón, terminó siendo el río en el que se ahogó el Tercer Reich.

En El ContraSello:

  • Los filibusteros en Centroamérica
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Bibliografía

1 Comment

  1. Barbarroja fracasó gracias a que los italianos no fueron capaces de ocupar Grecia y Alemania tuvo que echar una mano a su aliado. Esto hizo que tuvieran que retrasar la invasión de la URSS y que al final, el invierno ruso les pillara sin haber tomado Moscú y sin haber resuelto la guerra.

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