Que la selección española de baloncesto conquiste –por trece puntos arriba, que diría la canción de Los Nikis– el campeonato europeo es causa necesaria de dos efectos mediáticos: el primero, que todos, absolutamente todos, los diarios españoles (excepción hecha del Deia), abran con una foto de la proeza; y el segundo, que el diario de Roures haga verdaderos malabarismos para evitar que la palabra ‘España’ o ‘española’ se cuele en cualquiera de los titulares, aunque sean pequeñitos, de esos que pasan desapercibidos.
¿Qué no? Bien, hagamos la prueba. Titular de El País: “Gigantes de oro”, orlado por una fotografía de Navarro levantando la copa junto al bravo de Pau Gasol, uno de los pocos orgullos nacionales que nos quedan en estos tiempos de zozobra. Bajo el titular la información: “España derrota a Francia (98-85) y logra su segundo Europeo consecutivo”. Bien, todo perfecto, España, auténtico gigante baloncestístico, ha ganado con autoridad a Francia. Pasemos ahora a Público: “Una selección de oro”, con el subtítulo “La Roja conquista el título europeo por segunda vez consecutiva”. ¿Quién ha ganado?, pues la selección roja que, vaya por Dios, el domingo jugó de blanco chafando de este modo la foto de la copa. El director del rotativo lo resuelve con una instantánea menor en la que los jugadores, enfundados, ahora sí, en una camiseta roja, aparecen tirados por el suelo al estilo botellón. El diablo, como reza el dicho popular, está en los detalles.
Pero no sólo de baloncesto vive el progre. El País se pone en plan diario independiente de la mañana y presta el titular principal a un escrito de la abogacía del Estado sobre la legalización de Sortu. “El Gobierno niega que haya una desvinculación real de la banda” afirma tajante. Loable, sin duda, pero al lector desconfiado le asalta entonces una incómoda pregunta: ¿por qué Sortu no y Bildu sí?, ¿acaso no son lo mismo? Evidentemente no, para El País Sortu es el poli malo y Bildu el poli bueno. Como en la izquierda queda aún gente decente que abomina del mundillo batasuno, los de Prisa les echan unos cacahuetes para que se entretengan pensando que el candidato Rubalcaba va a meter en cintura a toda esa mala gente que, curiosamente, gobierna en San Sebastián con otra marca gracias a las buenas gestiones de la Pesoe.
En páginas interiores dos perlas. Una de Almudena Grandes, que se confiesa “madre de la escuela pública”, y no por “tacañería, indolencia o irresponsabilidad respecto al futuro de mis hijos”, sino porque cree firmemente “en una escuela pública igualitaria, gratuita, laica, interclasista y de calidad”. Pues vale, pues nos alegramos, pero haría bien en revisar ciertos supuestos que da por sentados. La escuela pública no es gratuita, la pagamos todos mediante impuestos, tampoco es de calidad, a los informes PISA hay que remitirse. Lo que sí es o aspira a ser es igualitaria, laica e interclasista, quizá por eso todo el que tiene un céntimo de más sale en estampida de ella y matricula a sus hijos en colegios privados o concertados. Lo que no terminan de entender las vestales progres como Almudena Grandes –dicho esto sin ánimo de ofender a las honradas vírgenes consagradas a Vesta– es que su plato único educativo es un disparate totalitario que va contra la libertad de elección de los padres y contra el sentido común. Si quiere llevar a sus hijos a un colegio público que lo haga, pero que no obligue a los demás a hacer lo mismo.
La otra perla prisaico-paisí del lunes viene a cargo de Ángel López García-Molins, catedrático de algo en la Universidad de Valencia. Da por hecho que Rajoy va a arrasar y se permite, lametazo mediante (“el señor Rajoy no es un Kohl ni un Churchill, pero su discurso conservador suena moderado y razonable”), recomendar al líder del PP que se aleje del así llamado “Carajillo Party”, formado, en un superingenioso juego de palabras, “por Saras y Saros de medio Peilin autóctonos, que a duras penas consiguen amordazar desde la calle de Génova”. Es que me troncho, que tipo más gracioso. Ya sabe, señor Rajoy, cuídese de los Idus de Noviembre y renuncie a sus votantes, no vaya a ser que, como dice don Ángel, “nos acaben dando gato por liebre bajo la batuta monolingüe del Carajillo Party”.
En el papel de Roures no son tan sutiles. Justo encima de la foto del botellón copero, titular a dos líneas: “El juez clave del ‘caso Faisán’, ligado a FAES”. Resulta que Enrique López, magistrado de la Audiencia Nacional, “ha participado en 53 seminarios de la fundación del PP” a lo largo de los últimos años. ¡Habrase visto que desfachatez! Poco importa que Garzón fuese de número dos en la lista del PSOE y que ocupase escaño en el Congreso y cargo en el Gobierno de Felipe González, el jienense es digno de toda confianza y sus resoluciones de la máxima imparcialidad. Pero no, eso de asistir a un seminario de “la fundación presidida por Aznar” es intolerable. Los jueces, según parece, no pueden tener ideas políticas a no ser, claro, que sean de izquierdas, un clásico.
Para complementar el Lopezgate un llanto, pero no por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, sino por las siete “leyes sociales” que no van a poder aprobarse por culpa del adelanto electoral. Grandes proyectos de transformación de la realidad como la ley de la eutanasia, la de protección animal, la de los anuncios de contactos, la de inmigración o la infausta Ley Pajín (que llevaba aparejada una fiscalía ad hoc) van a quedarse en eso, en proyectos. Una gran noticia porque, cosas de la vida, donde Público se lamenta, los genuinos amantes de la vida y la libertad nos alegramos.
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