
A finales del mes pasado Donald Trump anunció una nueva subida de aranceles a los productos chinos y pidió a las empresas estadounidenses que abandonasen China, les invitó a buscar alternativas o, directamente, a regresar a casa y fabricar sus productos en EEUU. Puede parecernos el enésimo calentón verbal del presidente, pero sus palabras tienen un trasfondo muy serio porque son parte de una estrategia muy cuidadosamente trazada para aislar al régimen y poner contra las cuerdas a muchas de sus empresas.
En esto, además, no está solo. Tanto la Unión Europea como Canadá o Australia se han apuntado a la campaña contra Huawei. A partir de aquí otras empresas tendrán que descontar este escenario que reducirá sus expectativas de beneficios, forzará cambios en las cadenas de suministro y afectará a sus inversiones. Es decir, que esto va más allá de una mera disputa arancelaria. Trump quiere rehacer las reglas del juego en modo defensivo y está convencido de que tendrá tiempo para ello.
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